Ley Helms-Burton: Otro engendro de la bestia (III)

Tal aspiración es además de estúpida y cruel, una muestra de ignorancia enorme porque todavía no saben que la isla rebelde jamás estudió para mendigo ni siervo de nadie. Pero son tozudos en su maldad y continúan en su baldío empeño de destruirnos, y nosotros aún más tozudos, seguiremos de pie y sin miedo para avanzar en nuestro socialismo.

Les mostraré algunos elementos básicos de una parte de tal ley Helms-Burton, me refiero a su título III específicamente.

Este título tiene una agresividad tal que presidentes anteriores a Donald Trump, temiendo que repercutiera en grandes daños a los propios Estados Unidos, decidían entonces suspender –solo temporalmente- su aplicación definitiva, y lo hacían por período de 6 meses y a su término, lo prorrogaban por el mismo tiempo.

De tal modo que al llegar el pasado 16 de enero de 2019, el flamante y cínico Secretario de Estado Mike Pompeo, informó que se había suspendido por solo 45 días, a partir del 11 de febrero la puesta en práctica del Título III, el más controversial de la Ley,  la cual pretende, obviamente, cambiar el sistema político-económico cubano para sustituirlo por otro que responda mansamente a sus intereses.

En lo inmediato se pretende intensificar el bloqueo y, a su vez, disuadir a potenciales inversionistas extranjeros, impidiendo el desarrollo económico de Cuba, en momentos en que sus leyes y políticas favorecen la inversión extranjera.

Trump, sus tanques pensantes y lacayos suponen que ahora es el momento de apretar el cerco aún más con la aplicación que ya, al parecer resulta inmediata.

Piensan que les favorece, entre otros elementos, la desaparición física de nuestro líder Fidel, la renovación del gobierno revolucionario, y la escalada intervencionista en la hermana Venezuela, todo lo cual creen favorable para el “cambio de régimen”.

Y vuelven a equivocarse una y otra vez, porque el deseo de cambio tiene los mismos años de la Revolución cubana y no lo han logrado ni lograrán jamás.

Al parecer sienten placer siendo masoquistas. Ya la bestia está decidida a clavar sus garras en nuestra América, estableciendo un poder “duro” mediante la injerencia extrema y el intervencionismo, según la Doctrina Monroe, tan aborrecida por la humanidad como tan defendida por el emperador. Tales acciones muchas veces nos dejan la impresión de impotencia, porque ya no les resulta tan fácil avasallar a nuestros pueblos.

Y dejo para el final, con toda intención, lo que puede considerarse el corazón del susodicho título de Ley.

Mucha alerta, Cuba, pues cuando definitivamente se apruebe en toda su letra, redundaría de inmediato en un enorme daño a la economía cubana. ¿Por qué?, sencillamente porque quedaría autorizado que estadounidenses, e incluso cubanoamericanos, pudieran reclamar indemnización económica ante tribunales yanquis por algunas de las que fueron sus propiedades en Cuba.

Esto sucedería a pesar de que, en su momento (década de los 60), mi país procedió consecuentemente con la ley internacional que la amparaba y, además, le ofreció a EE.UU. indemnización como sucedió con otros países; sin embargo, ellos no lo aceptaron con toda mala intención para después acusarnos de haber robado sus propiedades.

Entonces ¿se imagina cuantos millones deberían pagarnos por el enorme daño que nos han hecho en estas seis décadas? ¿Se le podría fijar precio a la cantidad de cubanos que murieron a causa de acciones, terroristas y criminales contra Cuba?

Tanto es el odio que incluso pueden hasta lesionar sus propios intereses, ya que se abrirían reclamaciones contra empresas con negocios en Cuba que también operan en EE.UU., lo que desataría enormes tensiones con sus socios principales; y además al parecer no han tenido en cuenta que una gran parte de parlamentos han aprobado leyes dirigidas a proteger a sus nacionales contra leyes estadounidenses.

Ciertamente no queda otra cosa que pensar: ¿Será que el imperio ya está entrando en metástasis irreversible?

“Los pueblos, como las bestias, no son bellos cuando, bien trajeados y rollizos, sirven de cabalgadura al amo burlón, sino cuando de un vuelco altivo desensillan al amo”. José Martí.

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