Operación Cóndor: Un ejemplo abominable (I)

Surgió allá por el año 1975, caracterizada no solo por sus  crímenes, sino también por su carácter internacional. Resultó una muestra incuestionable de terrorismo de Estado, al que se unieron vergonzosamente dictaduras de las entonces repúblicas de Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Perú y Ecuador.  

El objetivo principal: Liquidar, mediante cruel represión todo vestigio de socialismo. Tanto fue así que nos hace pensar en la Santa Inquisición; todo el que defendiera derechos  sociales firmaba su propio castigo como hereje.

Veamos algunos pocos ejemplos: asesinato del General chileno Carlos Prats y su esposa; secuestrados y desaparecidos Crescencio Galañena y Jesús Ceja, funcionarios cubanos de su embajada en Argentina; el ministro de Gobierno de Salvador Allende, Orlando Letelier, asesinado mediante coche bomba en Washington; secuestros y desapariciones múltiples y atentados contra mujeres y niños. Llegó a crearse la llamada Alianza Anticomunista, organización que trabajaba en coordinación con el asesino Augusto Pinochet.



Claro, debo destacar que la propia Revolución cubana fue un antecedente primordial que hizo sonar las alarmas a lo más putrefacto de nuestra región: había que hacer todo lo que fuera necesario, incluyendo crímenes, para que otros pueblos no siguieran su ejemplo.

Han pasado los años, pero no la maldad imperial, y otras oscuras fuerzas que se le han unido en bochornosa muestra de servidumbre. Cada época tiene sus características, aunque a los efectos del imperio –en ello sí son consecuentes- no cambia sus ansias de dominación aunque sea a costa de mucho sufrimiento de esta humanidad. Deben liderar el mundo porque, como dicen, son los elegidos para ello.

Lo que sucede es que hoy las formas son más sofisticadas. Hay otro tipo de Plan Cóndor también siniestro. Por ejemplo inventaron los llamados golpes blandos o suaves, con el mismo fin de sojuzgar y maniatar a los pueblos mediante apariencias “legales”; pero también otra cara más violenta que son los asesinatos de líderes sociales en Colombia con la anuencia, por supuesto, del propio presidente y la desprestigiada OEA.

Que nadie se asombre. Hoy como ayer son los mismos. Vea el ejemplo de Viet Nam: arrojaron toneladas de bombas de Napalm, quemando vivos a campesinos y aldeanos; rociaron cientos de miles de hectáreas con el terrible Agente Naranja que desfoliaba a la jungla tropical y diezmaba toda forma de vida expuesta a tal sustancia.

Todavía hoy siguen naciendo niños con malformaciones congénitas debido a ese agente químico.  Y son los mismos también que hicieron estallar dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, matando a miles de seres humanos en pocos minutos.

Ya no hay duda para los incrédulos o los que no quieren ver, ni oír ni leer. Son hechos incuestionables  que demuestran de lo que son capaces para mantener su hegemonía y obligar a nuestros pueblos a arrodillarse.

Es una certeza que ayer hubo un plan Cóndor, y hoy hay golpes blandos, asesinatos selectivos, bloqueos criminales,  y muchas acciones en contra de nuestros pueblos. Pero está demostrado, como lo ha hecho Cuba, que la maldad tiene límites pero el decoro del ser humano es eterno y siempre vencerá. Ya lo dijo nuestro Apóstol, José Martí:

La honra puede ser mancillada. La justicia puede ser vendida. Todo puede ser desgarrado. Pero la noción del bien flota sobre todo, y no naufraga jamás.”

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