Palabras de Fidel para todos los tiempos

Aquellos intercambios finalizaron con el discurso de Fidel el 30 de junio, que trascendió como “Palabras a los intelectuales”, considerado una de las plataformas fundacionales de la política cultural de la Revolución.

Los contactos entre la vanguardia política y los creadores tuvieron como detonante la prohibición del documental “PM” por la dirección del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos. Sin embargo, la cuestión rebasaba la decisión del recién fundado instituto.

A la vuelta de 59 años, habría que resaltar la posición de Fidel, quien, en su condición de Primer Ministro, dedicó tiempo y energía a aquellos intercambios, en medio de un complejo contexto histórico. Habían transcurrido apenas dos meses de la invasión mercenaria por Playa Girón.

Para el Gobierno de Estados Unidos, la Revolución cubana constituía una herejía, nacida a tres pasos del imperio y, por ello, promovía las bandas contrarrevolucionarias en Cuba. Por si no fuera suficiente, no cesaba la ola de actos terroristas contra objetivos económicos y sociales, y estaba en curso, no olvidemos, la siniestra Operación Peter Pan.

A pesar de todo ese escenario adverso, Fidel estimó imprescindible dialogar y escuchar las preocupaciones de los artistas y creadores. Con certeza, sabía que la naciente Revolución era, también, un proyecto cultural. Lo confirmaba la Campaña de Alfabetización en pleno desarrollo por esa fecha.

Al hablarse de Palabras a los intelectuales, se tiende a apelar a una sola frase, que algunos, con fines aviesos, la descontextualizan. Recalcaba Fidel: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. La lectura fragmentada de esta sentencia del líder cubano ha estado animada por el más perverso objetivo: despojarla de su espíritu inclusivo y abarcador.

“Dentro de la Revolución, todo” era en aquellas circunstancias, y lo continúa siendo hoy, la búsqueda del consenso dentro de la diversidad, y la construcción de la unidad para blandirla como escudo ante todo lo que huela a agresión contra nuestro auténtico y rebelde proyecto.

Raras veces suele citarse otra expresión de Fidel pronunciada el 30 de junio, cuando exponía: “La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios”. Por tanto, el estadista admitía la posibilidad de rectificación en las personas que disentían del proceso, hijo de la virulencia de la lucha de clases.


 


Una relectura del mencionado discurso permite advertir la amplitud de los asuntos tratados, entre estos la creación de un sistema de enseñanza artística con visión inclusiva, y el esbozo de ideas para estimular el espíritu creador de los artistas y escritores.

Lamentablemente, en la primera mitad de los años 70 hubo distorsiones y errores en la aplicación e interpretación de la política cultural, rectificados, por fortuna, a partir de 1976, cuando se volvió al camino delineado por Fidel en Palabras a los intelectuales.

Sin dudas, junio de 1961 marcó el inicio del diálogo fluido y honesto entre las vanguardias política e intelectual cubanas. Como resultado de los debates nació la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en agosto de ese año. Surgió bajo la mirada atenta de Fidel, quien, precisamente en el quinto congreso de esta organización en 1993, en medio de la crisis económica, también alertó gracias a su sentido de urgencia: “La cultura es lo primero que hay que salvar”.

Póster de la Radio Cubana

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