Respetuosos, sí. Cautelosos también

Ha sido un rosario interminable de calamidades causadas por el huracán Trump. Y ahora llega algo así como una brisa que –según lo anunciado- puede causarnos determinado grado de alivio y, quizás, algo más positivo. Obviamente me refiero al nuevo gobierno que acaba de ocupar la Casa Blanca de Estados Unidos.

Si nos atenemos a las medidas que ya anuncia y concreta  en buena parte, no debemos tener duda que realmente resultan positivas; digamos el retorno a la OMS, al Acuerdo de Paris, el tema de la migración, las posibles medidas económicas que adoptará para beneficio del pueblo estadounidense y otras decisiones importantes que virtualmente desmontan al aparatoso y cruel entramado que tejió su antecesor. Está claro también que aún, al menos en esta fecha, no aparece bien dibujadas las pretensiones con América Latina y el Caribe, que como se conoce, han resultado blanco predilecto del agresor despreciable, el mismo que ha prometido volver a escena para continuar torturando a su pueblo y a todos los demás.

Por tanto ocupa nuestra mente determinadas preguntas: ¿Se continuará hostigando, amenazando, y cerrando aún más el cerco económico a Venezuela, Cuba y Nicaragua? ¿Cesará todo el aparataje de guerra psicológica, persecución diplomática, chantaje, robo y hasta amenazas de invasión? ¿El gobierno del señor Biden logrará en cuatro años enterrar tanta crueldad y suplantarla por el respeto y no injerencia en los asuntos internos de los países mencionados y otros?

Definitivamente, son cuestionamientos justos que nos hacemos tras el cese de los vientos huracanados. Es natural que así sea, y mucho más, cuando conocemos la propia historia que siempre ha caracterizado a Estados Unidos con su retorcida política de invasiones, guerras y ansias enfermizas de ser dueño y señor de vidas y haciendas y líder del mundo aunque cueste miles de muertos.

En el caso de Cuba, país que tanto ha soportado el terrorismo impuesto por los yanquis durante ya más de 60 años, su política no ha variado ni un milímetro a partir del hecho incuestionable de ser la víctima y no el victimario. Dígase de otra manera: es el agresor quien debe adoptar gestos y medidas para revertir tanto daño a nuestro pueblo. Nosotros nos mantendremos respetuosos, pero con la cautela debida, para no dejarnos arrastrar por la alegría que aún no justifican las acciones del norte. Es que han pasado ya muchos años de tanta injusticia, persecución e irrespeto a nuestra dignidad nacional, y por ello es que somos recelosos y desconfiados. No obstante, la cultura política y general del pueblo nos permitirá siempre reconocer cuanto se haga para borrar tanto mal bajo principios que son irrenunciables:

Estamos dispuestos, incluso, a sentarnos a la mesa de negociación con el debido respeto y consideración que merece nuestra Cuba; nunca aceptaremos condicionamientos de ningún tipo para, a cambio, recibir “favores” que dañen nuestro decoro nacional; reconocemos, no obstante, que la tarea del señor presidente es evidentemente muy difícil, y si realmente desea un acercamiento honesto sin mezquinos intereses, deberá luchar contra oscuros intereses del poderoso capital y otras fuerzas tenebrosas.

Tengamos presente y seamos realistas. Los grandes males que produce el capitalismo que preside Estados Unidos no desaparecerán fácilmente.  Al final de muchas generaciones venideras se podrá lograr, pero mediante un parto extremadamente difícil y doloroso de esta humanidad. Mientras tanto, seguiremos bregando por hacer de nuestra patria un ejemplo entre las naciones. Si renuncian al bloqueo y otras medidas para asfixiarnos, muy bien; y si no es así nos mantendremos en la lucha con patria, y sin amo.

“Es necesario elevarse como los montes para ser vistos de lejos”. José Martí

 

 

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