Camino al 2030

Cuba tiene fortalezas que ayudan a este propósito, con énfasis en su capital humano, o lo que es igual, su gente, pero también tiene que convivir con otros problemas motivados por su economía subdesarrollada.

Un factor en contra es el déficit de divisas con que cuenta el país, máxime en estos momentos tan cruciales para el comercio mundial. Hoy nuestra industria no es competitiva, los equipos emplazados son obsoletos y poco productivos, componentes que afectan el buen desarrollo.

En lo interno inquieta la existencia de la doble moneda, que tiene influencia diferenciada en la población. Incide en ello la poca remuneración salarial que desestimula la incorporación al trabajo, fundamentalmente en las esferas productivas.

Hay que convivir con la pérdida de valores, que durante años hemos acumulado, y rescatar aquellos que los cubanos siempre hemos exhibido con orgullo. Del mismo modo, conspiran los brotes de corrupción, delitos, indisciplinas y otras formas no ortodoxas que vemos a diario en diferentes niveles o estratos.

Hay que enfrentar el reto con una sociedad envejecida, que como consecuencia genera una masa laboral, también veterana.

En esto influye un grupo de factores, uno de ellos, considerado un logro de la Revolución, es la elevación de la esperanza de vida, dado en lo fundamental por la medicina preventiva y por la atención especializada a la tercera edad; otro elemento es el éxodo de jóvenes al extranjero y la poca natalidad de los matrimonios actuales.

En mi criterio el mayor desafío está en lograr que el trabajo sea una necesidad para el cubano, es por eso que deben conjugarse un salario que satisfaga a la familia y una producción y productividad acordes con lo pagado. Deben desterrarse todas las formas parásitas de adquisición de dinero, por el daño que ello encierra.

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