Comienzo y final de una aventura

Aquellos hombres encontraron inmediata riposta por los escasos defensores de aquella inhóspita zona.

Luego se unirían fuerzas del Ejército Rebelde, de la Policía, de las Milicias recién estrenadas. Y tampoco faltaron los osados pilotos de aviones maltrechos, pero capaces de asestar un golpe demoledor a los invasores.

Ante el llamado de la Patria no hubo flaquezas. Y en la primera línea de combate: Fidel, derrochando habilidad en la toma de decisiones tácticas y estratégicas. Su presencia allí fue un aliento más en la decisiva batalla.

Una estocada a fondo

Han pasado 60 años, pero no hay olvido. Sitios como Pálpite, San Blas, Soplillar, Yaguaramas, los centrales azucareros Australia y Covadonga, Playa Larga y Playa Girón, se ganaron un lugar privilegiado en nuestra historia, porque fueron el escenario de una batalla en la que el pueblo se creció cuando quiso mancillarse la tierra cubana. Era abril de 1961.

Apenas dos años tenía entonces la Revolución, pero ya soportaba el hostigamiento político y económico de los círculos gubernamentales de Estados Unidos.

Y no les era suficiente. A toda costa pretendían liquidar el proceso revolucionario cubano, y por eso alentaron y organizaron una brigada mercenaria con mil 500 hombres, cuya misión era apoderarse de un pedazo del territorio nacional para favorecer más tarde una intervención militar norteamericana en gran escala.

De rendición, Cuba no hablará jamás

El 19 de abril de 1961, a las 5 y 30 de la tarde, cayó Playa Girón, el último punto ocupado por los mercenarios lanzados a aquella aventura.

En masa, desmoralizados, se entregaron a los defensores de la tierra cubana. Sus planes -elaborados por estrategas estadounidenses- no tuvieron en cuenta la estirpe de este pueblo.

No previeron que jóvenes –casi adolescentes- darían muestras de hombría junto a sus piezas de artillería; que sencillos trabajadores dejarían por un tiempo sus fábricas u oficinas para ocupar su puesto en la avanzada, junto a combatientes más fogueados. Girón sigue siendo una advertencia, una lección.

A sangre y fuego se defendió la Revolución en aquella epopeya. Como se hará siempre que la Patria esté en peligro.

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