De donde crece la palma

Del hombre sincero, Apóstol nuestro, asumió sus virtudes aquella juventud decidida a consumar la obra que su caída en Dos Ríos y luego el intervencionismo foráneo le truncaron a la Patria.

Conoció y sintió en carne propia la humillación de la esclavitud que el coloniaje avasallador impuso, recrudecida con el látigo sobre la humanidad esclava traída del África para nutrir las haciendas con dinero anegado en dolor y sangre.

El grillete vil del presidio político quebrantó su alma adolescente hasta dejarle una marca imborrable y la salud quebrantada. En medio de aquel sufrimiento por la Patria tiranizada, ese otro grande por la incomprensión familiar y la desidia que a muchos dominaba entonces, por compatriotas sietemesinos cuya visión fronteriza y carácter endeble impedía entender la solución definitiva a todos los males.

Aprendió Martí de su primer maestro Rafael María de Mendive, de cuya mano se adentró en el pensamiento y obra de los preclaros José de la Luz y Caballero y Félix Varela; conoció de la Guerra del 68 y sus contradicciones, sin desdeñar su grandeza. Aprendió para perfeccionar, para no volver a errar y hallar una vía segura que condujese a la emancipación y desde ella trazar la arquitectura laboriosa de la República cuya edificación exige justicia, libertad, respeto, inclusión y patriotismo sincero.

Nuestro Martí es el a toda prueba cubano, latinoamericano y antimperialista cuya obra debemos conocer en su totalidad porque hacerlo es la vía ineludible para consolidar nuestra natural esencia de cubanía. Desde Martí y a partir de su pensamiento y obra se inspiraron Fidel, Raúl y la Generación del Centenario para soñar, pensar y forjar la Cuba nueva. Es la razón que inspiró al líder eterno de la Revolución Cubana a proclamar que fue Martí el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada.

Hace 165 nació José Martí; hace 65, en la víspera del aniversario de su natalicio, la juventud cubana de entonces encabezada por Fidel marchó antorchas en mano desde la escalinata universitaria para redimir la memoria del Apóstol; para proclamar a Cuba y al mundo que no se le dejaría morir, y así renació por siempre iluminando el sendero hacia la plena libertad.

El Líder Histórico de la Revolución Cubana rinde tributo a José Martí en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba

Desde entonces Martí empezó a vivir en Fidel y hoy juntos perduran como depositarios de nuestro acervo patriótico y de lo más genuino del pensamiento cubano.

Así, de donde crece la palma, como Martí y Fidel, somos todos.

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