Y sé que cualquier persona honesta e informada puede llegar a una conclusión: el mundo se encuentra en franco retroceso enfrentando, como nunca antes, cómo se abre cada vez más la brecha entre los poderosos del capitalismo ciego y salvaje y los pobres marginados de siempre. Por tanto, tenemos el deber de seguir siendo honrados, y jamás resignarnos a ser eternamente pobres.
Esta reflexión surge a partir de conocer datos importantísimos publicados recientemente en el periódico Juventud Rebelde. Veamos algunos de ellos que resultan verdaderamente escalofriantes:
Se inician con una pregunta ¿Pueden sólo tres hombres en Estados Unidos poseer tanto dinero como los 160 millones de estadounidenses con menos ingresos del país? Estos seres se refieren a Bill Gates, con una fortuna personal de 86 mil millones de dólares; Warren Buffett, con 81 mil 800 millones; y Jeff Bezos, con 72 mil 800 millones.
Por supuesto, hay otros agraciados por el sistema que se suman a la lista de los poderosos que tienen al mundo en situación de caos generalizado. Sepa además que los 400 estadounidenses más ricos tienen combinados más dinero que el 64% de la población; de 80 millones de hogares; y 204 millones de personas, es decir, una cifra mayor que la población de Canadá y México juntos.
Muchos datos más han sido publicados, pero los apuntados ofrecen una idea bastante acabada del grado de desigualdad que padece el mundo. También nos hace comprender fácilmente porqué el multimillonario emperador Trump actúa tan despiadadamente no solo contra el mundo sino también contra su propia nación, ya que el recorte de impuestos que ha propuesto incrementará, aún más la brecha, porque simplemente el objetivo es continuar beneficiando al uno (1) por ciento más acaudalado en detrimento de las grandes masas que viven desprotegidas, permanentemente preocupadas por las deudas, el presente y el futuro.
Uno de los autores del estudio que recientemente fue realizado en los propios Estados Unidos acerca del tema que nos ocupa, refiere que “ahora es momento de implementar acciones que reduzcan la brecha entre pobres y ricos y no de cortarles impuestos a éstos últimos.
No soy economista pero, sin serlo, creo que el problema radica en lo siguiente: de continuar esta carrera loca de unos pocos para incrementar sus cuentas bancarias sin importarles el daño enorme que hace a los pobres, no hay solución posible, porque llegará el momento en que se cocinarán en su propia salsa, entrarán en metástasis irreversible y morirán dentro de su propia economía, porque el mundo no soporta tanta injusticia; los poderosos tendrán que aniquilarse unos a otros y después…¿a quiénes explotarán?.
Claro, no aspiro a que piense igual que yo; porque de seguro hay cientos de opiniones al respecto, solo quiero agradecerle su propia reflexión acerca de lo que he planteado. Una vez me contaron que la hembra del alacrán cuando pare sus hijos estos la destrozan y muere.