Unos 200 expertos, e incluso algunos consultantes extranjeros, aportaron sus experiencias para delinear todo lo que se está haciendo ahora. Por supuesto, no fue una decisión festinada, ni apresurada, porque bastante demoró la puesta en marcha de un proceso que parecía fácil, pero que también tiene resonancias en todo el cuerpo social cubano.
Precisamente, la magnitud del ordenamiento impidió abarcar todos los detalles que ahora se enmiendan sobre la marcha. La vida siempre es más rica que los planes, por lo que nadie puede pretender que el más minino asunto estuviera bajo microscopio.
Esos son los ajustes a los que recién se refería el presidente Miguel Díaz-Canel.
Problemas subjetivos
El propio presidente Díaz-Canel decía en días recientes que hubo directivos y entidades que no se prepararon para enfrentar el ordenamiento económico, a pesar del extenso período de capacitación previa.
Y más allá del riesgo práctico que cargan esas imprevisiones, lo peor es que generan malestar y confusión entre la gente, que muchas veces asocian esos problemas al diseño de la Tarea Ordenamiento, cuando en realidad son asuntos netamente subjetivos.
No es un chiste la afirmación presidencial de que hay que ordenar al ordenamiento, sino la evidencia de que algunos no se prepararon o no entendieron bien lo que había que hacer, aunque los decisores se desgastaron explicando y avisando.
Ahora resulta un imperativo que las cosas se encarrilen porque con la Tarea Ordenamiento nos jugamos el futuro.