La barbarie no puede repetirse

Durante 2078 días los campos de concentración, las cámaras de gas, las torturas y la desolación ensombrecieron cada rincón del planeta. Más de sesenta estados se vieron involucrados en el enfrentamiento, cuarenta de ellos sufrieron en carne propia los estragos de la guerra.

El saldo: más de 55 millones de muertos, 90 millones de heridos, 3 millones de desaparecidos. El mundo estaba condenado a convertirse en un infierno bajo la égida de la suástica.

La fuerza de la razón cambió el rumbo de los acontecimientos. Los sangrientos episodios de la Segunda Guerra Mundial fueron replegados por las heroicas tropas del ejército rojo, en batallas tan memorables como la de Stalingrado, Moscú, Kursk y la decisiva de Berlín. El final de la historia fue escrito con el acta de capitulación. El fascismo había sido derrotado, se iniciaba una era de recuperación y paz.

¡ALERTAS! La barbarie no puede repetirse. Hay males que suelen retoñar. El neofascismo se parapeta tras la máscara de la xenofobia, la globalización y el terrorismo.

En pleno siglo 21 se reportan genocidios, se fraguan agresiones a ambos lados del Atlántico. Hitler y Mussolini pretenden resurgir de las cenizas del pasado, encarnados en otros genocidas expansionistas y desmesurados.

Manténgase la pupila insomne y el puño apretado, que la violencia no vuelva a cegar la esperanza, cerremos filas y desde la solidaridad enfrentemos la ignominia. Por suerte somos más los que queremos una existencia pacífica, convencidos de que un mundo mejor es posible para que cada 9 de mayo continúen repicando las campanas celebrando la victoria.

 

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