Una de esas atribuciones considera que existe diversión cuando están presentes las bebidas alcohólicas, porque de lo contrario, como dicen algunos: La fiesta no está buena.
El consumo de bebidas alcohólicas se ha asociado de forma convincente con cerca de 60 tipos diferentes de enfermedades y circunstancias no deseables, incluyendo lesiones mentales y trastornos del comportamiento, afecciones gastrointestinales, cánceres, trastornos inmunológicos, enfermedades cardiovasculares, pulmonares, óseas y musculares, trastornos reproductivos y daños perinatales, incluyendo un mayor riesgo de alumbramientos prematuros y de bajo peso al nacer .
La ingestión de bebidas alcohólicas no es obligado parámetro para la diversión y sí un signo de peligro; es por ello que en esta etapa, en que a pesar de las circunstancias derivadas de la Covid-19, los días son propios para la celebración de cierre de año, es preciso una vez más, evitar los excesos.
Sabemos que algunos cuando toman unos tragos de más sobrepasan la manera adecuada del comportamiento. Los hay que se sumergen en la comicidad o el hazme reír de los demás, otros pierden la pena y ocasionan pena, los que justo con el alcohol en la cabeza deciden arreglar cuentas pendientes, y en los causantes de problemas a los demás, entre esos los que deciden tomar el timón en sus manos.
La disciplina y la cordura son elementos fundamentales a tener en cuenta en todo acto de nuestras vidas. Está por culminar un año signado por la presencia de un virus que nos ha cambiado la vida. La sensatez es imprescindible, el disfrute debe ser así de sencillo: disfrute y no lamentación de actitudes inconsecuentes por el abuso de la ingestión de bebidas alcohólicas.
Llevemos la fiesta en paz y celebremos la vida, hagamos de los días finales de diciembre una razón para defender sueños y emprender nuevas metas en el año que se avecina.