Rebaja de precios: más vale tarde que nunca

La medida se pide a gritos por la población de todos los tamaños desde que los precios comenzaron a subir de manera desmesurada en ofertas y servicios en proporción inversamente proporcional a los salarios y pensiones.

La decisión, como inicio  de un proceso que debe ser mayor, es válida porque al menos comenzó y en productos de primera necesidad en las cocinas como aceite, arroz, pollo, otros cárnicos, confituras.

Nadie espere tampoco que pueda experimentarse una merma mayor de golpe sin un estudio previo que ahonde en los efectos, pues ello podría desembocar en un desabastecimiento, pero dejemos esos análisis para después y hablemos del hoy.

Ciertamente, aunque el mundo ha anunciado más de una vez rebajas de precios de los alimentos, Cuba no había manifestado tal impacto, por eso más vale tarde que nunca.

Comer hoy cuesta muy caro en el país, a pesar de que en muchos mercados, tanto de la red minorista en moneda nacional, como la llamada en divisa que ya no es tal desde que se implantó la doble moneda, no pocos productos se añejan en los estantes, sin que se le reduzcan siquiera los kilos o centavos que ahora se restan.

Algunos solo se rebajan cuando están próximos a la fecha de vencimiento, pero en el caso de otros como la ropa, el calzado, los electrodomésticos, pasan años y años y su cotización se mantiene inalterable.

No se reducen a pesar de que los márgenes de ganancia para los comercios son altos en relación con los costos de producción de muchos de ellos.

Pongamos un ejemplo de los más extremos: un kilogramo de carne de res supera los 11.00 CUC, lo que implica que una libra supere los 100.00 pesos Moneda Nacional CUP. Las conclusiones sáquelas usted mismo.

En las tiendas de mermas llama la atención que un televisor con su pantalla rota, siga costando unos 200 CUC o una camisa raída, cinco o seis ¿a quién se le ocurre estafa mayor?.

Y aunque la rebaja actual no permite que muchos de los renglones  estén al alcance del bolsillo de la mayoría de los que viven a expensas del salario y las pensiones, kilos de menos por acá, rebajitas de centavos por allá, deben sumar algunos pesos.

Bajar los precios, no solo de los alimentos, sino de todos los productos cuando están por declararse ociosos o de lento movimiento, constituye una regla del mercado mundial, solo que en Cuba  la práctica no es usual aún cuando a las empresas se les ha concedido cierta libertad para actuar en tales casos.  

Incluso, según sostienen quienes viajan o viven en el exterior, nuestro país es uno de los que más caro vende la comida.

Si bien es cierto que los precios están altos de manera general en la mayoría de los servicios y ofertas, comenzar por los alimentos tiene todo el sentido del mundo sobre todo porque comer es la necesidad diaria más imprescindible para un ser humano.

En marcha ya la primera medida, valga vigilar más de cerca el comportamiento de ventas, ofertas y demandas, que deben ser las que, a fin de cuentas,  deciden si un producto deba rebajarse o no. 

Lo otro. Nadie evitará que los mercados hoy puedan colapsar por las colas, tan poco habituados como estamos a rebajas de precios y por aquello de acaparar, antes que se acabe.

Por eso es menester vigilar los acaparamientos y sobre todo el respaldo en almacenes para evitar desabastecimientos temporales. Se sabe que, aun con los precios anteriores, el pollo por ejemplo solía perderse de vez en vez y también otros renglones de primera necesidad.

También hace falta informar y hacer visibles los precios viejos y los nuevos y poner los ojos sobre las pesas para evitar, como ocurre en los productos del agro, que lo que se rebaje centralmente, se robe en el mostrador.

Que el estado haya dado un primer paso es como decir que la ley entra por casa y ojalá encuentre imitadores en otras ramas y el sector privado.

Cuba, como es práctica de su política aunque a veces demoremos, abrió sus oídos a un reclamo popular que finalmente debe impactar en la mente, los estómagos y los bolsillos del país.

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