Pareja, amor y redes sociales (+Video)

Hoy todo el mundo sabe que una relación de amor va viento en popa a toda vela si en sus timelines se comparten imágenes de amor o románticas fotos y comentarios mutuos.

En cambio, que una persona deje de seguir a otra con la que mantenía una relación se interpreta como un signo evidente de crisis.

La problemática va más allá de los rumores. En marzo de 2016 la revista Cyber Psychology and Behaviour Journal se hacía eco de diversos estudios que relacionaban a Facebook con la ruptura de 28 millones de parejas en todo el mundo.

¿Cuánto de realidad hay en estas afirmaciones? Acudimos a otro informe, en esta ocasión de la Asociación Norteamericana de Abogados Matrimonialistas, que certifica que ya en 2011, el 20 por ciento de los divorcios en Estados Unidos se originaban por el uso de la red social.

Los psicólogos de pareja insisten en este último punto. Las redes sociales por sí mismas no son ni ángeles ni demonios, afirman. Todo depende del uso que se haga de ellas, y del control que tengamos sobre el tiempo que las dedicamos, aclaran.

No se trata solo de las frases de amor que se dedican entre ellos, o de las palabras de amor y cariño, en frases cortas o imágenes, que pueden destinar a terceras personas, sino de cómo actuamos ante los primeros problemas en la pareja, añaden. Sumergirse en las redes sociales o el móvil no debe ser un sustituto de la conversación y el diálogo.

Según los psicólogos, esta dependencia tecnológica, vista como una vía de escape para no afrontar la realidad supone un riesgo mayor de aislamiento social. Lo cual no deja de resultar paradójico en una sociedad hiperconectada.

Este perfil lo componen los solitarios sociales, una nueva patología que si bien tiene mayor presencia en sociedades como la japonesa, se comienza a hacer sentir en Occidente.

Cuando Whatsapp se utiliza para controlar al otro

Existen determinados comportamientos patológicos -en algunos foros denominados como personas tóxicas- de control de la otra persona que se ven acentuados con la tecnología. Tal es el caso de Whatsapp.

Como herramienta de comunicación ha mutado la forma de hablar unos con otros, y todos con todos. Sin embargo, esta sobreexposición social tiene un lado oscuro, como el de la luna. En su caso, los cráteres oscuros adquieren forma de celos, de ansiedad y de control.

Sobre todo en los jóvenes, como nos recuerdan los psicólogos. Las relaciones personales de los jóvenes de hoy están expuestas al público en las redes sociales como Instagram o Snapchap, pero sobre todo en lo privado.

Se registran ciertos patrones que hoy se han dado en etiquetar como machistas cuando en realidad son más peligrosas que todo eso, recuerdan.

Este comportamiento se hereda: de la educación, de la vida familiar, de las nuevas modalidades de relaciones personales. Y se enquistan hasta derivar en patrones de comportamiento psicoagresivos.

El origen de todo esto no está en una u otra red social, pero sí los amplifican, en extensión y consecuencias para sí mismos y para la otra persona.

Este tipo de relaciones, enfermas, como resaltan los psicólogos, ya no terminan una vez finalizada la relación. El individuo suele mantener su número de teléfono por lo que la otra persona puede acceder a él telefónicamente. Y ello implica también el acoso y la presión.

Esto es especialmente preocupante en las rupturas traumáticas, donde la que ha sido la «víctima» del desequilibrio emocional de la otra persona se siente inducida o bien a acostumbrarse a una realidad dañina para sí misma, o a modificar sus datos personales, lo que también ocasiona ciertas secuelas psicológicas.

Cuando los conflictos surgen de la actividad en las redes sociales

La dinámica de las redes sociales es  simple: cada individuo puede relacionarse con cientos, miles o millones de individuos sin necesidad de conocerlos personalmente -cara a cara-.

Los canales sociales han generado auténticas vidas paralelas para las que no todas las personas están emocionalmente preparadas.

Cuando se establece una relación personal (física) con otra persona y se basa en la dependencia hacia ella, ya sea por baja autoestima, o por egoísmo, el hecho de que esa otra persona establezca conversaciones y relación con personas en la Red puede generar potentes conflictos, que si no se manejan con inteligencia emocional, pueden derivar en patrones de control o patologías psicológicas más graves, explican diversos expertos en tecnologías de la información.

Que en Facebook una persona decida no publicar su «estado civil» puede ser foco de nuevas fricciones. A veces la navaja de Ockham no se aplica todo lo aplicable.

Las redes sociales, trasuntos de lo real

Las redes sociales, como vía de comunicación, han llegado para quedarse. Las personas se han de adaptar a su existencia, y lo que es más importante, a su uso privado y público, comentan. No se pueden ignorar, pero tampoco dramatizar.

Una adecuada comprensión de los procesos humanos en su interacción  con la tecnología, insisten los expertos en estas tecnologías de la información, ayudará a las personas a superar la etiquetación de buenas o malas.

En realidad, las redes sociales son lo que hacemos de ellas. Un trasunto de nuestro yo físico, más o menos real según cada persona, intereses e inseguridades. Pero una traslación al fin y al cabo.

Tomado de Revista Digital Facetas / Editor: Conrado Vives Anias.


Vea video: El amor en tiempos de redes sociales


 

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