Destitución de Rousseff: muerte de la democracia en Brasil

Dilma Rousseff lo había dicho en su defensa ante el Senado el lunes: “No lucho por mi mandato, ni por vanidad, ni por el poder. Lucho por la democracia”.

Por estos días Rousseff no sólo ha dirigido sus discursos a los senadores, sino al país entero, a los libros de historia, a su propio retrato y a su propia biografía, consciente de la dimensión del momento.

Ha resurgido una foto suya frente a los militares de la dictadura, ellos con las caras tapadas y ella enfrentándolos. “Ahora no hay torturas, pero hoy también miro a los ojos de las personas que me juzgan. Y todos nosotros seremos juzgados por la historia”. “Esta es la segunda vez en mi vida en que, junto a mí, se juzga a la democracia”, añadió.

Queda evidenciado que el impeachment responde exclusivamente a motivos políticos y no técnicos ni jurídicos.

No se puede olvidar que el ex presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, uno de los impulsores del juicio, está acusado por la Fiscalía brasileña de detentar cuentas millonarias en el extranjero procedentes de los sobornos interminables de Petrobras. “Y curiosamente, soy juzgada por crímenes que no cometí mientras que Cunha aún no tiene juicio pendiente. ¿Ironía de la historia? No, una acción deliberada”, recalcó. “Estamos ante la concretización de un golpe de Estado”, agregó.

El contexto

Rousseff fue apartada de la Presidencia el pasado 12 de mayo tras una votación en la que 55 senadores votaron a favor y 22 en contra. Su hasta entonces vicepresidente, Michel Temer, asumió entonces el cargo de manera interina.

En Brasil, hay acusaciones de todo tipo contra los propios senadores que irónicamente han juzgado a Dilma: desde recibir suculentos sobornos u ocultar cuentas bancarias en el exterior, hasta planear fugas del país de un preso en un avión particular.

El Senado que juzgó a Dilma

Renan Calheiros,Según una investigación del proyecto Atlas Político, al menos 49 senadores de los 81 que juzgan a la presidenta (un 60% del total) tienen procesos con la Justicia.

Los delitos van desde lavado de dinero, crímenes contra el orden financiero, corrupción y crímenes electorales.

El mismo porcentaje se repite en la Cámara de Diputados, que dio luz verde al inicio de este proceso hace nueve meses.

Brasil aparece en el puesto 76 del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional sobre un total de 168 países.

El presidente del Senado, Renan Calheiros, está acusado de recibir millones de dólares en sobornos, junto a otros políticos y líderes empresariales, enmarcados en la multimillonaria trama de corrupción de la estatal petrolera Petrobras.

Aecio Neves, que perdió por 3% las elecciones en 2014 ante Rousseff, que defiende el impeachment, es investigado por supuestamente aceptar sobornos y su familia está en la mira por una cuenta bancaria secreta en Liechtenstein.

En la cámara baja, resalta su expresidente Eduardo Cunha, a quien se le atribuye ser arquitecto del impeachment. Cunha es acusado de beneficiarse del fraude a Petrobras y de mentir en el Congreso sobre unas cuentas que tenía en Suiza.

Las acusaciones contra Rousseff

El pedido de impeachment contra la dignataria electa llegó al Congreso en octubre del año pasado, con la firma de tres juristas.

La denuncia alude en particular a lo que en Brasil se denominan pedaladas fiscales, que sugieren el uso de fondos de bancos públicos para cubrir programas de responsabilidad gubernamental.

Los argumentos de la oposición dicen que esa práctica está prohibida por una ley de Responsabilidad Fiscal, pero el gobierno lo hizo para exhibir mayor equilibrio entre ingresos y gastos.

Por cierto, esas maniobras contables fueron usadas por gobiernos anteriores desde la década del 90. Rousseff, que nunca ha sido acusada de enriquecimiento ilícito, niega haber cometido el crimen de responsabilidad o delito alguno que vuelva legal el juicio político.

«¿»Impeachment» sin crimen de responsabilidad qué es? Es golpe», ha dicho Dilma quien había asumido la presidencia en 2011 como la primera presidenta mujer del gigante sudamericano.

 

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