El Ballet Nacional de Cuba y su relación con los estudiantes universitarios

Desde la propia fundación del entonces Ballet Alicia Alonso el 28 de octubre de 1948, no fueron pocas las personas e instituciones que vieron en ello un profundo gesto de sentimiento nacional y secundaron los esfuerzos de la excelsa bailarina, para hacer de esta manifestación artística un movimiento cultural genuinamente cubano.

Según palabras de Pedro Simón Martínez, historiador del Ballet Nacional de Cuba, en exclusiva para el Portal de la Radio Cubana, “el trabajo social de llevar el Ballet a las grandes masas y de dar funciones masivas empiezan por la Universidad y con la ayuda de los estudiantes. Funciones en el Estadio Universitario, que se llenaba de forma masiva con una presencia multitudinaria. En ese momento había una gran curiosidad por el Ballet y por la figura de Alicia Alonso y al saber que era gratis para el pueblo, pues todos asistían al recinto universitario”.

El 8 de enero de 1949 se realiza la primera función de carácter popular de la Compañía, al presentarse en el Estadio Universitario, donde Alicia interpretó el segundo acto de El lago de los cisnes. Unos días después, sería ofrecida por primera vez para Cuba y frente a un público masivo y en escenario abierto la versión completa de Giselle, el 16 de enero del propio año.

Luego, el 20 de diciembre de 1949, la FEU -haciendo uso de su influencia- pide al Presidente de la República, Carlos Prío Socarrás, una audiencia en la que su Dirección de Cultura discutiría la problemática económica de la agrupación danzaria.

Con la ayuda, también, del entonces Ministro de Educación, Aureliano Sánchez Arango, el resultado fue el otorgamiento de una pequeña subvención por parte del Estado cubano a la naciente compañía.

Alicia Alonso recibe el Premio Alma Máter, que otorga la FEU“Todas esas funciones en la Universidad no eran fáciles, porque eran costosas, en aquel entonces no se bailaba con grabación, se bailaba con música en vivo, y se tenía que pagar a los músicos, llevar a un director de orquesta, había que tener luces, hacer montaje, esas funciones necesitaban un inversión y era la FEU la que conseguía todas esas cosas”, narra Simón Martínez.

En junio de 1955 los medios nacionales anunciaban la firma de un contrato entre la Cervecería Polar y el Ballet de Cuba, para la presentación “Gratis al Pueblo” del clásico Giselle, en el Estadio Universitario el 2 de julio de ese año (sábado), en el marco del II Festival Universitario de Arte. Tales gestiones se hicieron posibles gracias a la Dirección de Cultura de la FEU, en aquel momento dirigido por Luis (Luisín) de la Cuesta Leanés.

Sin embargo, el momento trascendental de la relación entre la FEU y el Ballet aún estaba por llegar. Guillermo de Zéndegui y Carbonell, director del Instituto Nacional de Cultura (INC), dependencia del Ministerio de Educación, y cuyo talento lo llevó a ser elegido por Fulgencio Batista para encabezar un programa dirigido a legitimar el gobierno batistiano a través de la cultura.

“Zéndegui comienza a sostener algo que le llamaban la neutralidad de la cultura, diciendo que la cultura era neutral, otros le llamaron la militarización de la cultura, pues era poner a la cultura al servicio del gobierno militar y ello no solo se intentó con el Ballet, sino también con la Sociedad Espeleológica de Cuba y la Orquesta Filarmónica, las cuales recibían cierto dinero”.

“A él (Zéndegui) se le ocurrió que el Ballet fuese una compañía del Estado cubano como sucedió después del triunfo de la Revolución, salvo que en aquella ocasión el Ballet sería utilizado como parte de la propaganda del Gobierno de Batista. Tal postura fue rechazada por Alicia y Fernando Alonso lo que provocó la suspensión de la subvención y así, el acto de Desagravio”, agregó.

Para los más selectos públicos del mundo, la primera “ballerina” Alicia Alonso es una de las principales glorias de Cuba. En teatros de América y Europa, donde sólo llegan los consagrados, la impar artista ha puesto en un lugar cimero el nombre de su país. Pero tales merecimientos parecen tener escasa importancia para el Instituto Nacional de Cultura, cuyo director, Guillermo de Zéndegui, acaba de proponer al ministro de Educación que se suprima la cantidad -nada satisfactoria, por cierto- dedicada por el Estado al mantenimiento de la sociedad Ballet de Cuba”, protestó ante tal acontecimiento, la Revista Bohemia.

Pedro Simón agregó que el Acto de Desagravio debería llamarse, en propiedad, Acto Nacional de Desagravio, porque rebasó los límites de la función de esa noche. “ (…)En el interior de la República, en todas las ciudades del interior, inmediatamente querían sumarse de alguna forma (…), la compañía hizo una gira, a la que nosotros hemos llamado la “Gira de Protesta” por distintas ciudades (Matanzas, Santiago de Cuba, Camagüey) en donde sencillamente el Ballet bailaba y, al final, Alicia hablaba al público, explicaba la situación, lo que había pasado y realmente se convertían en actos de desagravio(…) o sea fue un movimiento nacional”.

“Para nosotros, además de conmemorar la valentía, la decisión que tuvieron una serie de personas e instituciones, en aquel momento, como la propia FEU, la valentía de la propia Alicia, del propio Ballet, que se exponía a muchas cosas adoptando posición que adoptó”.

El historiador del actual BNC rememoró que el gesto de los universitarios cubanos para con la compañía y Alicia Alonso “es un acto que debe entenderse en su profundidad y su alcance porque puede ser muy educativo para la juventud de hoy (…) aquellos jóvenes universitarios con todos los problemas que tenían, (…) una carrera que estudiar, que estaban luchando a brazo partido contra la tiranía y que les quedara tiempo, les quedara lugar en su alma, en su espíritu un lugar para sensibilizarse con una acción tan noble como la de apoyar al Ballet de Cuba me parece que es una cosa realmente emocionante”.

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