El bloqueo: Un garrote oxidado

Cuanto se ha escrito y hablado acerca del Bloqueo estadounidense contra el pueblo cubano puede llenar tomos de argumentos irrefutables; la medida unilateral e injerencista constituye un acto hostil desde la posición de fuerza de una potencia sobre un país pequeño cuya única falta es su voluntad de independencia y la aspiración de construir un modelo que garantice, a la par del desarrollo económico, el bienestar de todos sus ciudadanos mediante una distribución universal y equitativa de las riquezas que ese desarrollo genere.

La historia siempre explica cada acontecimiento. La vieja, injusta y prolongada medida punitiva que conocemos como Bloqueo contra Cuba no es nueva; desde hace siglo y medio, cuando nuestros próceres dieron el primer grito de libertad en La Demajagua con Céspedes al frente, ya se atisbaban las primeras formas del inexplicable engendro que hoy padecemos.

No basta decir, es preciso demostrar y para hacerlo cito al intelectual Salvador Bueno en su libro “Carlos Manuel de Céspedes” donde leemos:

En octubre de 1871, el presidente Grant disponía la prohibición de vender a los cubanos. Céspedes dirigió una larga carta al Senador Charles Summer, que se destacaba entre los más activos defensores de España. En ella le hacía ver la discrepancia que existía entre la proclamación de “la neutralidad” de los Estados Unidos ante la lucha que se libraba en Cuba y la venta de treinta cañoneras al gobierno español”. (2)La visión política del Padre de la Patria diferenció los intereses mezquinos de grupos de poder estadounidenses con los ideales ciertos y nobles del pueblo norteamericano; así, como una sentencia para todos los tiempos le auguró en su carta al senador Summer: “A la imparcial historia tocará juzgar si el Gobierno de esa gran República ha estado a la altura de su pueblo…(3)

Años más tarde, cuando la impopularidad del desgobierno colonial español sobre Cuba era mayoritaria y contundente; cuando nuestro Héroe Nacional preparaba la necesaria, el gobierno de los Estados Unidos – tras una delación – confiscó las armas que saldrían para Cuba con el propósito de apoyar a los patriotas que se disponían a retomar la lucha por la libertad.Aquellos armamentos adquiridos con el sacrificio de la emigración se hallaban en los vapores Baracoa, Amadís y Lagonda, surtos en el puerto floridano de Fernandina. Era el mes de enero de 1895 y,paradójicamente, tres años después de aquel acto de “supuesta neutralidad”, el mismo gobierno norteamericano emprendióuna guerra contra España para apoderarse de Cuba y frustrar nuestra independencia, ya casi conquistada.

Así llegó el intervencionismo y, para proclamar la República en 1902, contra la voluntad del pueblo cubano y sus representantes en la Constituyente hubo que aceptar la imposición de un Apéndice tristemente conocido como Enmienda Platt, que concedía a Estados Unidos el derecho de intervenir en Cuba cuantas veces lo estimase necesario – como sucedió en 1906 –, quedando nuestra soberanía bloqueada, una vez más, por la imposición imperial.

En estos tiempos se mantiene una versión actualizada del Bloqueo cruel, injustificado y criminal como un garrote vil que se ciñe sobre nosotros para asfixiarnos; pero Cuba lo resiste con la misma intransigencia y dignidad heredada de sus próceres, y junto con ella el mundo lo condena. El Bloqueo contra Cuba es un acto incivilizado impregnado de un filibusterismo desprovisto de lógica; por ello sus cadenas enmohecidas se pudren hasta que llegue el momento, más temprano que tarde, en que se desmorone para siempre por su caducidad y por la victoria del sentido común.

Ocho enmiendas a la moción cubana presentan esta vez los representantes de la Administración Trump en la Asamblea General de la ONU para condicionar una nueva e inevitable condena al Bloqueo contra Cuba. Tales enmiendas se suman a la de principios del siglo XX. Estamos ante pretensiones neo-plattistas, pero afortunadamente los tiempos ya no son los mismos y aunque el Bloqueo prevalezca – aun en contra de la voluntad mundial y del propio pueblo norteamericano – la independencia de Cuba es una realidad irreversible. Nuestra historia no tiene marcha atrás.

La comunidad mundial y la justicia están del lado de Cuba, y nos unimos a lo expresado por nuestro Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel en su cuenta de Twitter: «Gracias a la comunidad internacional por su respaldo a #Cuba. Orgullo al oír a representantes de otras naciones destacando los valores y esfuerzos de nuestro heroico pueblo, que ha sabido resistir y al mismo tiempo dar solidaridad al mundo #NoMásBloqueo».

  • Martí, José. “El tercer año del partido revolucionario cubano“, O. C., t. 3, p. 146.
  • Salvador Bueno Menéndez. “Carlos Manuel de Céspedes”, pág.37, Frente de Afirmación Hispanista, A. C., segunda edición, México, 2018.
  • Cit., pág. 38

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