Fidel, Ramonet y el Cid Campeador

Más allá de la gravedad de las lesiones sufridas por Fidel los enemigos de la Revolución empezaron a propalar su posible fallecimiento, y después, el padecimiento del mal de Parkinson. Sin embargo, su rehabilitación fue más rápida de lo que se pensaba debido a su disciplina en cumplir las indicaciones de su equipo médico.

En el intercambio de preguntas y respuestas sostenido con Ignacio Ramonet, Fidel, con gran visión de futuro fue muy preciso al exponer:

Que nuestros enemigos no se hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer. Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo iba a creer. Podré andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas”.

Al verse limitado por motivos de salud para cumplir sus más altas responsabilidades como Jefe de Estado, ello significó un duro golpe para quien siempre fue una de sus razones principales de vida como dirigente revolucionario, o sea, la estrecha vinculación con las masas.

Entonces, todas las funciones como Jefe de Estado y de Primer Secretario del Partido, serían asumidas por el General de Ejército Raúl Castro, con suficientes méritos históricos, políticos, revolucionarios y militares.

Vendría una nueva etapa para Fidel en que dedicó todos sus mayores esfuerzos a publicar obras de diferentes temáticas nacionales e internacionales, investigaciones sobre la alimentación y la agricultura, así como sus “Reflexiones”, en el periódico Granma.

Títulos importantes de la lucha revolucionaria contra la dictadura batistiana y el papel del Ejército Rebelde, también vieron la luz en los que se recogen importantes testimonios y documentos de nuestra última etapa por alcanzar la definitiva independencia.

Imprescindibles son las valoraciones que hiciera Fidel a Ramonet con respecto a la impostergable necesidad de dar pasos concretos, de la manera más natural y como un proceso continuador y no traumático, para que las nuevas generaciones pudieran asumir las más altas responsabilidades en el Estado.

En sus trabajos publicados como “Reflexiones”, no dejó de insistir en la importancia vital de la unidad latinoamericana y caribeña, por la que tanto luchó, al igual que Chávez. Veía en ello un factor determinante para hacer fracasar toda manifestación hegemónica imperialista y del neoliberalismo.

Como es sabido, el hegemonismo se ha incrementado con la Administración del Presidente Trump y de gobiernos subordinados a su política exterior en la región. Gobiernos que se autotitulan democráticos, permiten la impunidad existente en sus países lo que ha conllevado al asesinato de cientos de líderes sociales y periodistas.


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A ello se debe sumar las recientes declaraciones del presidente electo de Brasil, admirador, convicto y confeso, del presidente Trump, como apologista de un estado brasileño donde exista la tortura y la persecución de los movimientos sociales.

Sin lugar a dudas y después de su desaparición física, Fidel ha continuado ganando combates y su figura y ejemplo trasciende nuestras fronteras como revolucionario inclaudicable, símbolo de la resistencia y la dignidad, así como de su humanismo y de su desinteresada solidaridad que continúa produciendo profundas raíces en otros pueblos hermanos.

En verdad y atendiendo a su definición dada a Ramonet sobre el Cid Campeador es indiscutible que Fidel continúa cabalgando sobre un corcel brioso e indetenible, guiando a nuestro pueblo y en especial a las nuevas generaciones.

El Mio Cid

Nota al margen:

Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador nació en las cercanías de la ciudad de Burgos, España, en 1043. Considerado el prototipo del caballero castellano, además de valiente, justo, guerrero y culto. Héroe y vencedor, entre otras, de grandes batallas en la defensa de Valencia. Falleció el 10 de julio de 1099.

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