Fidel y el camino de la integración latinoamericana y caribeña

Con su visión de futuro, Fidel sentenció: «Hay que hablar de integración económica, pero hay que ir más lejos, hay que hablar de integración política, unidad económica, unidad política…»

Días antes de morir, el Apóstol José Martí escribió: «ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlos- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América».

El fue capaz de avizorar la importancia que tienen la unidad de los países de América Latina y el Caribe, acorde a sus condiciones políticas, sociales, económicas, culturales, religiosas, lingüísticas, ideológicas y geográficas, y que forman parte de un proyecto llamado Integración Latinoamericana.

Martiano devoto, Fidel demostró en innumerables ocasiones que la única alternativa posible que tienen los países de la región para salir del subdesarrollo es a  través de la unidad e integración política y económica.

Tales ideas tomaron cuerpo en varias iniciativas de integración continental, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Cuando el 14 de diciembre de 2004 los presidentes Hugo Chávez Frías, de Venezuela, y de Cuba, Fidel Castro Ruz, firmaron en La Habana la Declaración conjunta para crear la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), iniciaban un proceso de concresión unitaria mediante entidades regionales.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política que bien ha respondido a las ideas integracionistas de los grandes líderes latinoamericanos: Simón Bolívar, Martí, Fidel y Chávez.

El presidente cubano Raúl Castro, en apoyo a las ideas de la Revolución Cubana y su globalidad, sobre la CELAC, ratificó que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es nuestra obra más preciada. «Simbólicamente, consolida el concepto de una región unida y soberana, comprometida con un destino común. En términos estratégicos, nos brinda el instrumento político requerido para aunar voluntades, respetar la diversidad, resolver diferencias, cooperar por el bien de nuestros pueblos y solidarizarnos los unos con los otros. Su éxito dependerá del carácter y la sabiduría de sus miembros, que somos las 33 naciones independientes situadas entre el Río Bravo y la Patagonia», aseguró.

Todos estos proyectos alternativos en pos de la unidad de los países de América Latina responden a una visión estratégica y descolonizadora, como lo refleja este pensamiento del líder de la Revolución Cubana: «ayer fuimos enorme colonia; podemos ser mañana una gran comunidad de pueblos estrechamente unidos. La naturaleza nos dio riquezas insuperables, y la historia nos dio raíces, idioma, cultura y vínculos comunes como no tiene ninguna otra región de la Tierra».

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