Fidel y el Movimiento 26 de Julio

Precisamente, a partir de la liberación de los revolucionarios implicados en las citadas acciones, Fidel llevó a cabo una vigorosa tarea de proselitismo político, empeñado en la labor de incorporar fuerzas y de estrechar filas con el fin de unir a todos los hombres honestos del país alrededor de la lucha insurreccional contra la dictadura batistiana.  Ya entonces, Fidel se había convertido en el líder principal contra el régimen.

En la vivienda situada en la calle Factoría 62, entre Corrales y Apodaca, en La Habana Vieja, tuvo lugar la constitución del Movimiento Revolucionario 26 de julio, formando parte de su Dirección Nacional,  además de  Fidel, Pedro Miret, Armando Hart, Luis Bonito, Faustino Pérez, Antonio Ñico López, Haydée Santamaría, Melba Hernández, Pedro C. Aguilera y José Suárez Blanco, Pepe.  Jesús Montané,  otro integrante de dicha dirección no estuvo presente por encontrarse en Isla de Pinos.

El compañero Armando Hart ha explicado que el proceso de integración del Movimiento se caracterizó por la unidad y nos recuerda que tanto él como Faustino provenían del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), que dirigía el profesor Rafael García Barcena. De inmediato, se sumaron al Movimiento Enrique Hart, Pepe Prieto y Mario y Alonso (Bebo) Hidalgo, todos con fuertes vínculos juveniles en el país.

Los cuadros más importantes que se fueron agrupando alrededor del trabajo clandestino provenían de dos vertientes de la Ortodoxia:  los que habían participado en las acciones del 26 de julio de 1953 bajo el liderazgo de Fidel, y los que procedían del MNR que por entonces estaba prácticamente disuelto.  Todos coincidían en que la problemática de Cuba no podía tener otra salida que no fuera la lucha armada.

Como estructura, se crearon los frentes económicos, propaganda, acción, juvenil y obrero, lo cual se debía repetir en provincias y municipios. Pedro Miret  sería el responsable bélico, Antonio Ñico López atendería la juventud, Luis Bonito, a los obreros y Faustino Pérez, las finanzas.

Todos los integrantes de la Dirección del Movimiento tenían como la más alta responsabilidad, la organización del Movimiento en todo el país. Los objetivos tácticos eran la insurrección armada, el apoyo interno al desembarco de una expedición que debía llegar a Cuba y una huelga general, lo que fue expuesto por Fidel incluyendo su salida de Cuba.

Para Fidel era muy importante que el Movimiento a constituir en provincias y municipios tuviera como fuente principal a lo mejor de la juventud ortodoxa, designando a compañeros de su absoluta confianza en esa tarea. Así, envió a José Suárez Blanco, Pepe, a la provincia de Pinar del Rio, a Calixto Morales, Cándido González y García Peláez, junto a Reinaldo Benítez, a Camagüey y a Universo Sánchez hacia Matanzas.  Personalmente, Fidel se entrevistó con jóvenes habaneros para constituir el Movimiento en San Antonio de las Vegas, Quivicán y Jaruco. A la santiaguera María Antonia Figueroa se le encargó por Fidel hablar con Frank País, de excelentes cualidades patrióticas y revolucionarias, para sumarlo al Movimiento.

Por decisión de la Dirección Nacional del Movimiento se acordó que parte de las recaudaciones que se hicieran en las provincias fueran enviadas, como punto intermedio,  a Aldo Soler, trabajador auxiliar en el almacén técnico de la CMQ Radio y Televisión, quien debía entregarlas a Faustino Pérez, como encargado de las finanzas nacionalmente.

Desde las semanas que median entre la Fundación del Movimiento y la salida de Fidel hacia México, su actividad fue muy dinámica, todo lo cual haría, en medio de un acoso policiaco que impedía su acceso a los medios de difusión, y de provocaciones que podían conducir a su asesinato. Así sucedió cuando quiso hacer uso de los micrófonos de Radio Cadena Habana, Unión Radio y el Canal 11 de la televisión.  Noticieros radiales como el de la Cadena Oriental de Radio, llegaron a ser suspendidos por las autoridades del régimen, al  difundir los criterios de Fidel con respecto a la situación política del país.

Como miembro de la Dirección Nacional, Ñico López se dedicó a la constitución de las brigadas juveniles de la organización que surgía, recorriendo las distintas provincias y llevando a cabo una labor de concientización revolucionaria, teniendo siempre a su lado a Gerardo Abreu Fontán, legendario revolucionario clandestino que después de la salida de Ñico López, para México, se ocupó de la responsabilidad de las brigadas juveniles.

La primera tarea que se le asignó a las brigadas consistió en pintar en las paredes de los diferentes barrios de la Habana el número 26, anunciando de esa forma al pueblo la existencia y actividad del Movimiento.  Era, como orientaba Ñico, convertir la ciudad de La Habana en un mural.

Otra de las tareas realizadas por las brigadas fue repartir los Manifiestos 1,2 y 3, enviado por Fidel posteriormente, desde México y que se imprimieron en la Imprenta de Sergio González,  El Curita, situada en la calle Aguila 618, en la Plaza del Vapor, en La Habana. Con él se entrevistó para organizar el primer equipo impresor de la propaganda clandestina. Igualmente, visitó a varios jóvenes revolucionarios presos en el Castillo del Príncipe, como fueron Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado Rodríguez, Efigenio Ameijeiras, y otros.

Avanzando los días, el cerco policíaco que también sufría Raúl Castro concitó gran preocupación ya que podía ser asesinado.  Por esto, se determinó su salida del país lo cual se produjo el 24 de junio de1955.  Raúl sería el primer moncadista que como exiliado se asentaría en México

Paso a paso, y después de la salida de Fidel hacia México, el 7 de julio de 1955 – un día antes se había entrevistado con José Antonio Echeverría -, se encargó a Faustino Pérez, la continuación de los trabajos de estructuración  del Movimiento en todo el país, a lo cual se dedicó con suma entrega y compartimentación, apoyándose en los cuadros clandestinos que se fueron forjando en la lucha contra la dictadura.

Con gran vitalidad, desde antes y después del desembarco de los expedicionarios del yate Granma, el Movimiento 26 de julio ocuparía, hasta el triunfo de la Revolución, y con la autoridad plena de Fidel, la vanguardia en una lucha que duró cinco años, cinco meses y cinco días. Fidel cumpliría con lo expresado a la revista Bohemia, el 6 de julio de1955: “volveremos cuando podamos traerle a nuestro pueblo la libertad y el derecho a vivir decorosamente sin despotismo y sin hambre”.

Sin lugar a dudas, tras el Moncada, Fidel se convirtió en el líder indiscutible de la juventud cubana, luego del 30 de noviembre y el 2 de diciembre de 1956. El Movimiento 26 de Julio pasó a ser el centro político principal de la oposición al régimen del 10 de marzo de 1952.

 

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