La Caravana de la Libertad en La Habana

Después del vibrante discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro desde los balcones del Ayuntamiento de Santiago de Cuba, se esperaba de manera ansiosa su llegada a la capital del país encabezando la Caravana de la Libertad.

Con gran entusiasmo, la población habanera se preparó engalanando casas y edificios con banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio, mientras que las mujeres, en su inmensa mayoría, vestían con los colores negro y rojo que identificaban al Movimiento. 

En la Habana, al igual que en toda Cuba, el ambiente había estado matizado por la Huelga General Revolucionaria orientada por Fidel, la cual concluyó el día 4 de enero al haberse conjurado el intento de golpe de estado y constatarse que todas las instalaciones militares estaban en poder de la Revolución.

En la Habana, se reforzó la vigilancia revolucionaria y popular en los distintos medios de difusión masiva y otros centros estratégicos económicos, para evitar cualquier acción que pudiera realizar algún que otro elemento de la dictadura vencida. 

Llegó el día 8 y la explosión de júbilo fue en aumento, a la vez que avanzaba por los distintos municipios la Caravana de la Libertad.  Las aceras y calles se congestionaban de habaneros con exclamaciones de “Viva la Revolución” y “Viva Fidel”.  Se escuchaba el tañir de las campanas de las iglesias, así como el sonar de las sirenas de barcos y fábricas.

Fidel, teniendo a su lado a Camilo y otros comandantes del Ejército Rebelde se reencontró con su hijo Fidelito en el pueblo del Cotorro, produciéndose un momento de profundo sentimiento humano.

Cuando la Caravana giró su dirección en torno a la Avenida del Puerto, se produjo otro reencuentro emotivo cuando Fidel observó de cerca y en silencio, al yate Granma, fondeado frente al edificio del Estado Mayor de la Marina de Guerra.

La Caravana continuó  hasta el Malecón, enfilando hacia la calle 23, en el Vedado.  Frente al edificio que hoy ocupa el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), entonces sede de la CMQ Radio y Televisión,  el transporte en que viajaba Fidel aminoró la marcha, instante en que el jefe de la Revolución saludó con muestras de alegría a los trabajadores de esa institución y pueblo en general que allí se concentraban.

La alegría del pueblo no decayó hasta que la Caravana de la Libertad culminara su recorrido al arribar a la que fuera la fortaleza militar de Columbia, sede del estado mayor de las fuerzas armadas de la dictadura.

De cómo valorar aquel hecho histórico y revolucionario no bastarían palabras.  Sólo decir que el apoyo a la Revolución demostrado por el pueblo habanero, como en toda Cuba, fue apoteósico y consciente de la libertad que se había alcanzado, de los sacrificios realizados y del papel de Fidel como personalidad cimera de un proceso iniciado en el Moncada en que había culminado después de cinco años, cinco meses y cinco días.

El discurso de Fidel ante miles de habaneros en Columbia fue portador de las verdades que llevaron al triunfo revolucionario, pero también de alerta ante los retos y amenazas que de seguro enfrentaría la Revolución por parte de sus enemigos, los gobiernos sumisos a la política exterior de Estados Unidos y la contrarrevolución interna. Por eso, dijo a su pueblo en aquella memorable noche:

“..No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”.

Desde ese memorable momento y hasta la fecha, la resistencia del pueblo cubano con su Comandante en Jefe al frente ha vencido todo tipo de agresión generada por los enemigos de la Revolución.

Desde La Caravana de la Libertad, hasta ahora, han sido sesenta años de victorias, de ejemplo solidario y de prestigio internacional.

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