Los cuerpos represivos de la dictadura en la capital del país

Fue un período sangriento en el que la lucha clandestina, como  vía de combate, debe catalogarse de heroica de principio a fin.

Entonces, en La Habana existían 19 estaciones de policía, el Buró de Investigaciones, el Servicio de Inteligencia Militar, (SIM), el Servicio de Inteligencia Naval, (SIN), el Buró Represivo de Actividades Comunistas, (BRAC), la Policía Judicial, la Guardia Rural y los Tigres de Masferrer.

Se debe tener en cuenta a decenas de miles de oficiales, soldados y marinos, la aviación y otras fuerzas militares asentadas en distintos puntos de la capital, en particular en la mayor fortaleza militar que existía en el país, cuyo nombre era Columbia.

Todos los cuerpos represivos mencionados estaban bajo el mando de connotados asesinos y torturadores.  Al Teniente Coronel Esteban Ventura Novo, jefe policíaco, se subordinaba la 5ta. Estación – como jefe -, la 8va., la 9va y la 10a. todos centros donde se cometieron numerosos crímenes y torturas contra combatientes clandestinos, pero también contra jóvenes inocentes. A Ventura lo acompañaban otros asesinos como Calviño, Clausell, Sánchez, Mirabal, Ariel Lima y Miguelito “El Niño”.

Una de las oficinas de la 5ta. Estación era ocupada por un íntimo amigo de Ventura que respondía al nombre de Pedro García Mellado, conocido como el médico, con el grado de teniente y comprometido hasta la médula con los asesinatos y torturas que allí tenían lugar.  A él se dirigía Ventura para saber el límite que podían soportar los torturados o su estado de salud para poder ser presentados a la prensa antes de ser remitidos al Castillo del Príncipe.  Este siniestro personaje sería privilegiado por Ventura en su acompañamiento en la cobarde huída del tirano hacia la República Dominicana del 1ro. de enero de 1959.

Imágenes de las crueldades practicadas con la sociedad durante la dictadura de Fulgencio Batista

Frente a la crueldad que practicaban los torturadores tuvieron frente a sí, hombres y mujeres que prefirieron el camino del martirologio a pesar de las bárbaras torturas. Fueron ejemplo de resistencia y valor a toda prueba para la continuación de la lucha contra la tiranía.

En los sótanos del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) los detenidos eran conducidos a las salas de torturas para escuchar los gritos de dolor de otros que pasaban por iguales momentos.  Eran sádicas sesiones a las que se conducía a los torturados con el fin de  “oir ópera”, como eran llamados por los sicarios.

En el Buró de Investigaciones (BI) existía el llamado “Calabozo de la Muerte”, del cual era imposible salir con vida.  Los subordinados del coronel Orlando Piedra Negueruela, jefe de dicho Buró, causaban temor en la población en los recorridos que hacían en los diferentes barrios de la capital, ellos eran conocidos por tripular autos con chapas de circulación del estado de La Florida, Estados Unidos.

Entre los jefes policíacos, Piedra era el que más poder concentraba.  Además de Jefe del Buró de Investigaciones, era el Supervisor de la Policía Secreta, de la Policía Judicial y asesor técnico del BRAC. No pocas veces utilizaba la información que acumuló durante los años en que tuvo a su cargo la jefatura del Servicio Secreto del Palacio Presidencial, para intimidar, selectivamente, a distintos personajes del régimen.

El Servicio de Inteligencia Naval (SIN) era otro centro tenebroso para los revolucionarios que allí eran remitidos.  Hasta el presente, no se ha podido conocer la cantidad exacta de detenidos que después de torturados salvajemente eran trasladados en la lancha 4 de septiembre, fondeada a la salida del río Almendares, culminando sus vidas en las profundidades del mar. Con ese destino, se recuerdan a las valerosas mensajeras de la Sierra Maestra, Lidia Doce y Clodomira Ferrals.

Los cuerpos represivos que formaban parte importante para el sostén de la dictadura, conjuntamente con el apoyo irrestricto del gobierno estadounidense, tenían una vinculación muy estrecha con el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y la  Agencia Central de Inteligencia (CIA).  En estas relaciones sobresalían por su sumisión y oportunismo el coronel Orlando Piedra y el coronel Mariano Fajet, jefe del Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC).

La comunidad de inteligencia estadounidense en Cuba estableció una red, a partir de su embajada en La Habana, que fue amplia y diversa en cuanto al acopio de informaciones que recepcionaban al acceder a las fichas de los revolucionarios detenidos. Durante los interrogatorios indicaban métodos para obtener más información. No satisfechos con el control que ejercían sobre los principales cuerpos represivos de la dictadura, y quizás como una cierta desconfianza de las informaciones que recibían de los mismos, el FBI creó supuestas agencias de investigaciones privadas como fue el caso de la Agencia Reynold s. 

Sobre esa Agencia, Manuel Graña, autor de la importante obra “Clandestinos en Prisión”,  expone que al triunfo de la Revolución en los locales de dicha agencia se ocupó gran cantidad de expedientes de combatientes clandestinos de la capital. Acerca de la presencia de la CIA y el FBI en Cuba se ofrecen interesantes antecedentes en  la citada obra.   En sus páginas se puede leer cómo desde el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, fue permanente la presencia en Cuba de dichas agencias de inteligencia.

Así, en 1955 se produjo la visita del jefe de la CIA Allen Dulles,  mientras en los primeros días de diciembre de 1956, atendiendo a la importancia que otorgaba la CIA a La Habana, tuvo lugar en el Hotel Nacional una reunión de todos los jefes de estación CIA en la América Latina y el Caribe. En 1957, Lynan Kirpatrick, inspector de la CIA fue recibido por el tirano en el Palacio Presidencial.

A pesar de todo ese asesoramiento y apoyo de los servicios de inteligencia mencionados, y de la asistencia técnica y militar de Estados Unidos, la tiranía fue destruida por la Revolución triunfante el  1ro. de enero de 1959.

 

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