Detenido por haber participado en los hechos conocidos como la noche de las 100 bombas, el Jefe de la 5ta. Estación de Policía decidió someterlo a un interrogatorio en la oficina en los momentos en que llegó al lugar César Camacho, Ministro de Justicia de la tiranía.
La delación del Jefe del grupo, Víctor Vidal Vázquez, -detenido y presente en el interrogatorio, había motivado la encarcelación de Terry. Cuando Ventura increpó a éste para que dijera quien había sido el responsable de lo acontecido por su grupo, Terry miró fijamente al delator y con total valentía contestó: “Fuiste tú”.
Todo fue muy rápido. Al escuchar Terry el nombre del Ministro, no esperó tiempo alguno y preguntó a éste sí era el padre de Camachito. Sorprendido el alto funcionario batistiano asintió con su cabeza. De inmediato, Terry le dijo: “Yo lo conozco, dele recuerdos de Terry”.
Entonces, los acontecimientos y la suerte tomaron otro rumbo para Terry cuando el Ministro dijo: “Oye Ventura trátame bien a este muchacho que no está metido en nada”, a lo que el teniente coronel contestó que a él le parecía que a Terry lo habían embarcado, ordenando a que lo devolvieran a la celda. “Yo, escribió Terry”, respiré, no podía creer lo que estaba pasando.
A pesar de la opinión del ministro Terry no fue liberado. En las mazmorras de la 5ta. Estación lo mantuvieron por espacio de nueve días – su primera detención se había producido el 30 de noviembre de 1956 – viendo el estado en que regresaban sus compañeros de celda después de los interrogatorios y torturas, a que eran sometidos. Ellos eran Julio Camacho Aguilera, Rodolfo de las Casas, Elcire Pérez González y Santiago Riera.
Serían días de incertidumbre para Terry pero también de recuerdos imborrables acumulados en su activa vida como estudiante que era de la carrera de medicina y su pertenencia al Directorio Revolucionario junto a sus compañeros Domingo Pérez Díaz, Alfredo Céspedes, Willy Barrientos, José Díaz Mirabal (Pepe) Manuel Jaca y Luis Valdés, (Wicho).
Pasaron por su mente los encuentros clandestinos en la Sala Santos Fernández, del Hospital Calixto García donde trabajaba Juan Roberto Menchaca, y Neftali Taquechel perteneciente al grupo de Omar Fernández, Eustaquio Remedios (Bebo) y Esperanza Sanjurjo, quien se convertiría en una destacada combatiente del Movimiento 26 de Julio.
No podía apartar de sus íntimos recuerdos como ser humano y revolucionario su estrecha amistad y admiración con el líder de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y del Directorio Revolucionario José Antonio Echeverría, y con Faure Chomón, Jefe de acción, de esa organización.
Fue tal la confianza y los estrechos vínculos que llegaron a existir entre José Antonio Echeverría y Terry que poco antes de los sucesos del 13 de marzo de 1957 y al encontrarse ambos y en plena calle, Terry le preguntó: “Dime algo”, respondiéndole el líder estudiantil: “ ya falta poco”. Y así fue.
Como estudiante de medicina, con su bata blanca, fue de los que pudieron ver, a pesar de la vigilancia policíaca, el cuerpo de José Antonio Echeverría en la funeraria ubicada en Zapata y 2. Terry fue a su vez uno de los que cargaron sobre sus hombros el féretro donde descansaba el cuerpo del joven revolucionario ejemplar en su viaje rumbo a Cárdenas, donde había nacido y donde se le dio sepultura.
En realidad muchos fueron los recuerdos de Terry en sus días de cautiverio y de incertidumbre, hasta que fue remitido al Vivac del Castillo del Príncipe.
En fin, después de nueve días en los sótanos de la 5ta. Estación de Policía y de los golpes que recibió inicialmente, ni Ventura ni sus sicarios pudieron conocer a pesar de los interrogatorios, que tuvieron como preso a un importante contacto entre el Directorio Revolucionario, y el Movimiento Revolucionario 26 de Julio.