«Nuestro jefe nos citó al lugar conocido de nuestras reuniones. Nos encontramos allí Aparicio, Molina, Isabel Aida Rodríguez, Alberto Luberta, Carsi, Verrier, Oscar Rey, José L. Noya, Pepe Vilalta y yo. Invitados, los compañeros y compañeras Alicia Agramonte, Eulalia Molina, Tabaré Pérez, Jorge Tamés, Oscar Vázquez y Jorge Hurtado».
Ariosa espuso el motivo del llamado. Dijo que deberíamos asumir una tarea difícil y riesgosa inspirada en la solidaridad humana y revolucionaria. Se trataba de la rifa de fin de año con que los patrones de CMQ se congraciaban con sus trabajadores.
La actividad se celebraría el 23 en horas de la tarde y tendría como sede el Estudio 2 de radio. Se extraían los números de un biombo y se anunciaban a viva voz; y los que tuviesen el comprobante correspondiente subían al escenario para recibir dos jabas que contenían víveres y otra con licores.
El plan del MR-26-7 consistía en orientar a militantes, colaboradores y simpatizantes, a participar, y en el caso de que alguno resultara agradecido, subiera al escenario, tomara el micrófono e hiciera públicamente la donación de las jabas a los presos políticos recluídos en el Castillo de El Príncipe, la conocida prisión habanera.
El ganador debía a su vez exhortar a los otros a que tuvieran el mismo gesto. El riesgo de esta gestión estaba precisamente en el hecho de que cualquier militante tocado por la suerte, denunciara ante la masa su filiación y su posición política que todos identificarían con las vertientes de la lucha revolucionaria inspirada por Fidel.
“Julito instó en la reunón a que se expusieran las dudas si las hubiere y la disposición para acometer lo propuesto. Observó que si alguien no deseara participar que lo dijera en ese momento. La respuesta fue un silencio total de aceptación».
Antes de las 3 de la tarde del día 23 el Estudio 2 estaba repleto de trabajadores, artistas, locutores, técnicos y personal de oficinas. Presidía la actividad Abel Mestre, y lo acompañaban vicejefes del circuito CMQ como René Puig, Chabau, López Giral, Omar Vaillant, y otros funcionarios como Rigoberto Rodríguez, Manolo Cores, Teté Ruiz y Joaquín Azor, secretario general del sindicato (amarillo) de Radio y Televisión.
Una breve actuación dio inicio al evento. Luego Omar Vaillant pronunció breves palabras de elogio a los Mestre por el generoso gesto de rifar 40 cenas entre sus trabajadores, al concluir comenzó el sorteo.
Julito, Aparicio, Vilalta, Carsi, Celsi, Ariosa, Molina y yo (Palau) nos situamos de pie al fondo del estudio. Entre los asistentes se encontraban los compañeros convocados, junto a colaboradores y simpatizantes dispersos en el área. Entre ellos distinguimos a José Raúl Stoll, Conrado Zamora, Carlos Planos Osorio, Oscar Luis López, Amaury, Gerardo Rodríguez, Santiago Alvarez Román, Sergio Martínez, Pepín Feria, Cepero Brito y Manolo Ribeiro.
También se encontraban prestos a cumplir Boby Martínez, Pepito Rodríguez Calvo, el gallego Varela, René Ortega, los hermanos Penichet, Benardo y Emilio García Ríos, Rosario {Iñigo, Orlando de la Torre (Tato), Enrique Íñigo, Jorge Tamés, Alberto Luberta, Oscar García, Hamel y otros.
Unas catorce cenas habían sido otorgadas ya y ninguna respondía a miembros de la célula. Germán Pinelli animaba la ocasión y extraía los números que anunciaba en su peculiar estilo feriado.
Sería el quince o el dieciséis – no podría precisarlo ahora – el que me hace saltar y gritar desde el fondo del Estudio: ¡aquí! Avanzo a paso vivo hacia el escenario y recibo de manos del ingeniero López Giral las dos jabas.
Resueltamente me dirigo al micrófono y hablo:
Muchas gracias por estas dos jabas, que me han obsequiado pero en el Castillo de El Príncipe hay cientos de presos políticos que están pasando necesidades y malos tratos y seguramente no van a cenar. Estas jabas les serán entregadas y les pido a los demás ganadores que hagan lo mismo y las dejen aquí sobre el escenario”.
“¡Para qué fue aquello! La presidencia se revolvió contra mí. Me tildaron de loco y otras cosas por politizar un acto así en medio de las condiciones imperantes. Pero el aplauso cerrado de los presentes los contuvo.
Se hicieron los “chivos locos” y continuaron con su rifa aunque no pudieron evitar matizar la intención que le habíamos impreso a la actividad. Entre diez o doce de los que ya habían ganado subieron al escenario e hicieron la donación. Al final constatamos que sólo seis habían dejado de dar el paso. Comprobamos una vez más que la repulsa a la tiranía era plena y que el apoyo a la insurrección era total.
En el Departamento de Tráfico el colaborador, el Gordo Rodríguez, preparó el panel grande junto con Aparicio. A las ocho y treinta de la noche Ariosa, Aparicio, Carsí y yo bajamos sesenta y dos jabas por el Estudio 3 de radio y en el panel las llevamos a la farmacia situada en L entre 23 y 21 donde las recibió la doctora Isabel Rico, experimentada y activa combatiente del MR-26-7
Debíamos observar el paso de los días, pues de alguna manera habíamos denunciado nuestra militancia ante todos en Radio Centro y pudiera darse el caso de alguna delación o indiscreción. Pero pasaron los meses y nuestra vida y nuestras actividades continuaron normalmente.
Ello nos dio la convicción de la firmeza revolucionaria de nuestra gente. Y nos sentimos penetrados del orgullo que inspiraban nuestros compañeros y compañeras que guardaban silencio sobre lo ocurrido en el Estudio 2.