Sucedió poco tiempo después de su jolgorio por los 500, celebrados por todo lo alto, con el esplendor y empuje de una ciudad que aspira a lucir sus mejores galas en los años porvenir, no solo un sueño-aspiración, sino también un camino a recorrer porque entre todos podemos alcanzar la meta.
La Habana de perenne inspiración para cantores, la capital de todos los cubanos por el colorido de su ciudad cosmopolita, La Habana de sus leones y tradiciones, llega a otro año de vida, más recuperada de sus heridas físicas pero también sicológicas, con más certidumbres.
Hace un año su reto descansaba en el tremendo significado de una frase corta pero desafiante Por La Habana lo más grande. Y aunque ahora mismo lo sigue siendo, su significado es más intenso porque salió de su Quijote mayor, que cabalga junto a los habaneros desde otra dimensión, porque al decir de Fina García Marruz ¨cuando lo olviden los hombres, lo recordarán las piedras¨. Su legado es para siempre.
La Habana que ha sido titulares durante la pandemia, centro de desafueros y atención, que logró con constancia y disciplina erguirse por encima de dificultades, que recuperó poco a poco el bullicio y la dinámica de su ciudad, el paseo por el Malecón o el Prado capitalino.
La Habana que volvió a las andadas del curso escolar que había quedado a medias y ahora termina para reiniciar uno nuevo.
La Habana que es centro, vida y caja de resonancia del país para anunciar al resto del mundo que por el esfuerzo de mucha gente, se abren nuestras fronteras para seguir adelante y pasar la página, aunque sin confiarnos.
Esa Habana mía, suya, de todos que cumple hoy 501 años de vida debemos seguirla amando y cuidando. Nuestro mejor tributo para quienes han contribuido a fortalecer su espíritu, es hacer de lo “más grande, lo cotidiano”. Se lo debemos a Eusebio y a quienes han puesto alma, corazón y vida en ella.