Leo en el Herald miamense algo que produce verdadera repulsión, lo hago pacientemente tratando de no llegar a la indignación, porque ella pueda llegar a nublar el razonamiento. Dice así: “Presentan en Miami código para “educar” a los cubanos ante la actual reforma constitucional. Es un llamado de “derechos” y “libertades”.
En dicha iniciativa están, entre otros, Rosa María Payá, Juan Manuel Cao y Frank Calzón. Buscan la alfabetización cívica ante el proceso constitucional”. Realmente he llegado a la conclusión que estos patrioteros anémicos de dignidad ya no saben qué hacer y, en sus momentos de ocio con ron cubano, habanos y dominó empiezan a inventar nuevos métodos y formas de hacer daño a la revolución cubana. El motivo es obvio: el dólar los deslumbra y caen en un abismo en cuyo fondo no se conoce el significado de dignidad, decoro y patria.
Intento desmontar la infamia: ¿educar a los cubanos, los mismos que hace muchos años se declaró libre de analfabetismo?, ¿Desconocen que Cuba cuenta con un caudal cultural envidiable, integrado por especialistas en distintas ramas del saber humano, científicos etc. y que incluso es referente, sobre todo en sectores como la salud, la educación y la ciencia?, ¿A qué llaman derechos y libertades, a los made in USA?.
Ciertamente, como se conoce, estamos inmersos en un proceso realmente muy complejo por tratarse de un documento indiscutiblemente sagrado, es decir introducir las reformas necesarias en la actual Constitución cubana, en cuyo proceso vienen actuando especialistas en la materia, diputados, organizaciones de masa y, por supuesto, el pueblo en general.
Seguramente surgirán, y de hecho ya han surgido, diversas opiniones, que discrepan en algún o algunos de los planteamientos del Proyecto; y eso es bueno, bienvenidas sean. Nunca la nueva Constitución será un ejemplo de la perfección total, sería tonto asegurarlo. Pero de lo que sí me siento convencido es que será un paso más en el loable empeño de enaltecer y hacer prosperar a la patria cubana.
Ya ven, unos obsesionados en retrotraernos a la barbarie “civilizada de los derechos humanos y la democracia” y otros empeñados en construir torres de decoro, no de acero.
Pero en fin de cuentas, ¿será un Frank Calzón (integra el grupito) terrorista confeso y aupado por la tenebrosa CIA el que nos “haga el favor” de alfabetizarnos en asuntos de derechos constitucionales? Mejor sería que exija a sus gobernantes yanquis que no aplasten tan cínicamente su propia Constitución, indudablemente muy avanzada para su tiempo y que, por supuesto, debe ser respetada por todos.
Le recomiendo estudie la Enmienda XIV, donde en una de sus partes afirma que no se le negará protección legal a ninguna persona “igual para todos”. Pregunto: ¿A los negros estadunidenses también? ¿Y a los latinos? ¿Los policías que han asesinado vilmente a los primeros simplemente por ser negros han sido y serán juzgados para que paguen su crimen?
En la Enmienda XV se plantea: “Ni los Estados Unidos ni ningún otro Estado podrán desconocer ni menoscabar el derecho al sufragio de los ciudadanos de los Estados Unidos, por motivo de raza, color, o de su condición anterior de esclavos”. Este caso se nos presenta como una burla a la inteligencia de las personas. Enonces, ¿Por qué a Estados Unidos le interesa tanto que las elecciones se celebren un día laboral? ¿Por qué hacen mil maniobras para evitar que voten los que a ellos no les conviene? ¿Por qué no tiene prácticamente ninguna validez el voto de ciudadanos de Estados no agraciados con el voto llamado electoral? ¿Y qué sucedió con Hilary Clinton a la que el “venerable” Trump le robó la presidencia o con Bush hijo…con su famoso pucherazo robado a Albert Gore. ¿Recuerdan?
Ya ven. El propósito fundamental fue, es y será siempre hacer valer con hechos la letra de las Constituciones. Sobre ellas no se debe echar cieno como sucede en Estados Unidos y, desgraciadamente, en otros muchos Estados. Y a estos señores que se obsesionan con destruir la Revolución cubana, solo les digo que no inventen más, sabiendo de antemano que no lograrán jamás sus objetivos.