Hora de recuento y reflexión

No hay otro camino. No dejaremos a un lado la consigna «Yo soy Fidel», pero debemos estar conscientes que, por encima de ella, está nuestro deber sagrado de materializarla y no convertirla en letra muerta, porque sería como un agravio a la memoria de ese hombre excepcional.

Definitivamente, ahora estamos convocados a una etapa superior donde los llamados a la producción y la eficiencia, deben dar paso también a la exigencia, la disciplina, el orden; e igualmente hay que desterrar las justificaciones estériles arropadas de burocracia.

En nuestras mentes debe estar Fidel siempre presente, no solo para que vigile nuestras acciones, si no, además, para guiar el camino hacia el futuro.

Su ejemplo y sus ideas estarán a nuestro lado para la obra buena, en cada tarea para producir más bienes materiales con mayor calidad y eficiencia. Lograr, en suma, que nuestro socialismo se muestre al mundo no solo como la mejor alternativa política, también como una muestra de alto desarrollo económico sin concesiones y, sobre todo, sin bajar la cabeza ante el amo imperial.

Tal es el reto mayúsculo que nos aguarda en lo adelante. De todos y cada uno de nosotros es la responsabilidad de cumplirlo.

Fidel estará asociado íntimamente a la sonrisa feliz de los niños y niñas de una isla rebelde y patriota; a los enfermos que han salvado sus vidas por la prodigiosa obra en la salud; a los obreros dueños del fruto de su trabajo; a los incuestionables triunfos del deporte revolucionario…en fin, a todo lo grande que se ha logrado abriéndonos paso, incluso, entre la perversa maleza del enemigo con sus incontables artimañas para destruir los desvelos del líder de uno de los procesos sociales y humanistas más hermosos de este mundo.

El mismo cubano que ha sido capaz, como ola gigante indetenible, de crear una obra que hoy asombra el mundo, y que continuará seguramente victoriosa. Y que quede claro: ¡los revolucionarios que habitan la mayor de las Antillas jamás lo defraudaremos!

Hay que cultivar las flores que Fidel sembró, para mantenerlas enhiestas, sublimes y poderosas. La retórica estéril no funda, solo oscurece el camino para los más nobles propósitos. Entonces, ¡adelante! Aguarda por nosotros un camino que pertenece a los grandes.

Fidel, un abrazo muy fuerte, Cuba te besa la frente…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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