Juan Gualberto Gómez y su labor legislativa

Como señala el profesor universitario José Ramón González Pérez en un interesante texto, “el paladín de las causas democráticas, el republicano de probada entereza, nunca manchó su limpia trayectoria”.

Y añade; “Aunque siempre, como ocurre con los grandes, tuvo detractores, y aquellos que agazapados en malas intenciones no le perdonaron nunca la condición de patriota, revolucionario y negro, y como si fuera poco, amigo entrañable de José Martí».

González Pérez recuerda que vencido el dominio español, Juan Gualberto fue electo miembro de la Asamblea de Representantes de la Revolución, por los Cuerpos del Ejército Libertador.

En una de las sesiones de ese órgano, presentó una moción en la cual expresaba su preocupación sobre la forma de llevar a cabo el licenciamiento del Ejército de mambises, para que los combatientes no quedaran abandonados a su suerte.

Según el estudioso de la vida de este héroe, la participación de Juan Gualberto en la Convención Constituyente, a partir del 5 de noviembre de 1900, destaca en su clamor por la pureza de los procesos electorales y la adscripción a las leyes.

Otras vertientes del actuar del prominente patriota incluyen sus planteamientos acerca de la expulsión de los extranjeros de conductas perniciosas, y el correcto tratamiento a las relaciones Iglesia-Estado.

Cronistas destacan que resultó un firme opositor a ese engendro del gobierno de Estados Unidos anexado a la Carta Magna cubana, la Enmienda Platt, lo cual -aseguran- quedó demostrado en sus alegatos en la Convención Constituyente.

Allí argumentó con pruebas irrefutables, que el citado apéndice anticonstitucional, forzado por los gobernantes estadounidenses, era una forma evidente de lastrar la independencia de la nación caribeña.

Especialistas consideran destacada su participación en esos años contra los regímenes subordinados a Washington desde Tomás Estrada Palma hasta Gerardo Machado, en particular, expresada a partir de las páginas del cotidiano Patria.

Recibe el 10 de mayo de 1929 la Gran Cruz de la Orden de Carlos Manuel de Céspedes, un hombre cuya ejecutoria posee aún numerosas aristas para ser estudiadas y divulgadas como ejemplo de valores, acota González Pérez.

Cuatro años después, el 5 de marzo de 1933 fallece, en una sencilla casa llamada Villa Manuelita del capitalino barrio de Mantilla, Juan Gualberto Gómez, a quien el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, llamó su hermano negro.

Juan Gualberto: tesón, energía y visión

Martí destaca en una valoración del patriota y amigo que “él tiene el tesón del periodista, la energía del organizador y la visión distante del hombre de Estado”.

Como señala en otro artículo González Pérez: “su amplia ejecutoria posee aún numerosas aristas para ser estudiada, para divulgarlas como ejemplo de los valores que deben estar presentes en un revolucionario militante”.

Para los pobladores de la occidental provincia de Matanzas es su patriota insigne, con méritos que alaban su figura (1854-1933) y fiel continuador de las ideas antiimperialistas que impulsaron a Martí a proclamar la necesidad del equilibrio del mundo. Nace en humildísima cuna y lleva el apellido de Felipe Gómez, dueño del, por aquella época, ingenio Vellocino en la localidad de Sabanilla del Comendador, actual Juan Gualberto Gómez, a 135 kilómetros al centro-este de La Habana.

Sus padres esclavos, Fermín Gómez y Serafina Ferrer, compraron la libertad del pequeño por 26 pesos oro, según reseñas de investigadores.

Los progenitores lo envían a estudiar a Francia, pero al mermar considerablemente la solvencia económica familiar, abandona los estudios en 1875 en la nación europea.

Para sobrevivir en el llamado Viejo Continente, se desempeña como reportero o auxiliar de corresponsales de publicaciones belgas y suizas.

Tuvo la fortuna de servir como traductor en la capital gala del patriota cubano Francisco Vicente Aguilera, quien le inculcó el amor a la independencia patria, indican fuentes de prensa.

En marzo de 1879 Juan Gualberto coincide con Martí en el bufete de Nicolás Azcárate, en la capital de la mayor de las Antillas, donde estrechan relaciones comunes, recuerda el periodista Reynaldo González Villalonga.

Pero, subraya el experto, ambos fueron apresados por sus actividades conspirativas contra la dominación española y enviados al destierro en el país ibérico.

En el caso de Juan Gualberto, primero fue remitido a Ceuta, después trasladado a Madrid y, a su regreso a esta nación caribeña en 1890, fundó los diarios La Fraternidad y La Igualdad.

Historiadores sostienen que mantuvo comunicación con Martí, residente por ese entonces en Estados Unidos y quien lo designó su delegado en la ínsula.

Fue pieza clave del movimiento revolucionario y es conocida su presencia, junto a Antonio López Coloma, al frente de un grupo de jóvenes insurrectos en el fallido alzamiento del 24 de febrero de 1895 en el área de Ibarra, cerca de Matanzas.

Analistas sostienen que aún cuando ese fracasado intento fue un revés momentáneo, desde marzo y hasta la llegada de la invasión a suelo matancero en 1896, tuvieron lugar en el ámbito provincial numerosos combates contra las fuerzas españolas.

 

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