La última alocución de Chibás

Desde su temprana juventud, Chibás se convirtió en defensor de la causa del pueblo cubano. Se destacó siempre por sus actividades contra la tiranía de Machado en el Directorio Estudiantil Universitario; entre sus muchas acciones cívicas cuenta su participación en una manifestación en diciembre de 1925 para exigir la excarcelación del líder comunista estudiantil Julio Antonio Mella.

En aquellas cruentas jornadas antimachadistas sufrió la expulsión universitaria y el exilio. Formó parte del Partido Revolucionario Cubano Auténtico, y al darse cuenta de los lastres que le aquejaban fundó el Partido Ortodoxo o Partido del Pueblo Cubano, caracterizado por un proyecto anticorrupción.

Era el candidato indiscutible de los ortodoxos para las elecciones de 1952, hecho truncado por su prematura muerte un año antes, oportunidad que abrió las puertas a Fulgencio Batista para asestar el artero golpe militar del 10 de marzo.

La Constitución de 1940 se vino abajo y el gangsterismo, la corrupción y el crimen político se entronizaron con mayor fuerza de la pseudorrepública.

Junto a Chibás estuvo siempre el abogado Fidel Castro Ruz, quien a la muerte del líder ortodoxo, acababa de cumplir 25 años. Aquel joven seguidor de los ideales martianos, con su clara visión entendió que los problemas de la nación cubana jamás tendrían solución a través de la llamada democracia representativa.

Elegir, entonces, era solo un acto de rigor ya que el poder político real estaba en manos de los grandes monopolios yanquis y de la clase alta de la oligarquía nacional. Monopolios, terratenientes y ricos industriales eran -a fin de cuentas- los verdaderos depositarios del poder; Batista, un enfermo de poder y dinero, no era sino un simple peón al servicio de aquella cofradía del mal.

Los ideales de Chibás encontraron en Fidel a su máximo intérprete. Aportó al devenir cubano la importancia de la lucha armada para arrasar con toda la estructura corrupta que imperaba entonces.

Si en lugar de haber muerto Chibás, hubiese resultado electo Presidente, bien poco cambiarían las cosas para Cuba; ya oportunamente, la oligarquía y el imperialismo se habrían ocupado de neutralizarlo o eliminarlo repitiendo la historia de Antonio Guiteras, asesinado por Batista por sus medidas nacionalistas y antiimperialistas como Ministro de Gobernación tras la caída de Gerardo Machado.

La trágica desaparición física de Chibás fue, ciertamente, el último aldabonazo; también fue la otra carga al machete reclamada por el líder juvenil Rubén Martínez Villena. Y correspondió a Fidel, con la experiencia histórica y su visión de futuro, cambiar el rumbo y poner proa hacia la definitiva independencia de la mayor de las Antillas.

Cercanos al 90 Cumpleaños del líder histórico de la Revolución Cubana, es justo y constituye una necesidad cardinal tener presente su accionar en nuestra vida nacional.

Aquel último aldabonazo de Eddy Chibás encontró en nuestro Comandante en Jefe la más sabia y oportuna interpretación; fue un aldabonazo que dio lugar a la nueva carga al machete que comenzó en el «Moncada», continuó en el «Granma» y la Sierra Maestra, y culminó el primer día de enero de 1959.

 

 

Autor