Ya se impone derrumbar las malas políticas y estereotipos innecesarios, de construir sociedades mejores y más humanas, sin temor a perder el equilibrio y la armonía entre los pueblos y razas del planeta Tierra, como lo ha advertido Fidel ante los riesgos de la inseguridad alimentaria, las nuevas guerras por el control de recursos minerales y naturales, el cambio climático y los dislates del imperio.
En su diálogo con intelectuales y figuras prominentes de la cultura mundial que participaron en la XX Feria Internacional del Libro Cuba 2011, el líder de la Revolución Cubana reafirmó su llamado a iniciar una cruzada de lucha para salvarnos de una conducta autodestructiva y despilfarradora.
En aquella ocasión, el intelectual venezolano Luis Brito esbozó un concepto muy interesante y que puede ser viable en las circunstancias actuales: la necesidad de reformular los planteamientos del socialismo, al que definió Socialismo del Tercer Milenio, basado en una industria social, sobre la base de reciclamiento, del uso de nuevas y alternativas fuentes de energías, y el diseño de una cooperación y colaboración sin precedentes.
Las cifras y argumentos utilizados en todos los escenarios por el estadista cubano son harto elocuentes, y a la vez tristes, porque revelan que detrás de ese panorama desolador hay un solo culpable: el hombre.
Mas, aún queda tiempo para adoptar una posición común en torno a delicados y complejos asuntos que comprometen la existencia humana, y validar la tesis esbozada por Fidel que marca pautas en el empeño de rehacer nuestra casa común, la Tierra: «Creo que deberíamos comportarnos como una familia, y compartir lo que tenemos: unos petróleo, otros alimentos, los de más allá médicos…. ¿Por qué no podemos considerar al mundo como la sede de una sola familia humana?».
Ahora queda el reto de actuar consecuentemente, con energía y optimismo, porque de lo que se trata es de asegurar ese preciado tesoro que es la vida.