Los emperadorcitos del Emperador

Sus nombres: Marco Rubio y Mario Díaz-Balart. Son los mismos que quisieran ver sangre corriendo en la isla rebelde que tanto odian. Escribiendo estas líneas viene a mi mente una de las más brillantes ideas de nuestro Maestro Martí: “Hombres hay para el pesebre, que viven de estrujar y de engullir; hombres de corral, a la verdad que en el cieno están bien, que es blando y engorda”.

Como ya no saben qué hacer para denigrar  a Cuba sabiendo que el imperio ha utilizado todo tipo de ataque, entonces llegan hasta el ridículo sobre hechos muy conocidos que quedaron descubiertos y probados.

Dos ejemplos es lo publicado el pasado día 23 de mayo, cuyo lead señalo: “Marco Rubio pide a Trump acusar a Castro de asesinato por el derribo de dos avionetas estadounidenses de Hermanos al Rescate en 1996”. Otro donde se menciona también a Díaz-Balart: “Legisladores de Estados Unidos piden juzgar a Raúl Castro por cuatro asesinatos”.

Obviamente, han llegado a tal grado de prepotencia que interpretan la justa y legítima defensa como si fuera una osadía ante el amo porque no le permitimos que atentaran contra nuestra patria, con acciones donde  murieron  unos «valerosos patriotas anticastristas».

Recordemos: En aquella época no tan lejana eran frecuentes los vuelos que efectuaban Hermanos al Rescate sobre nuestra isla, en franca violación de lo establecido en las normas internacionales y, al creerse impunes, porque contaban con el apoyo del gobierno yanqui y sus siniestras dependencias, lanzaban octavillas con propaganda contrarrevolucionaria.

El pueblo cubano y el mundo conocieron con toda exactitud las declaraciones cubanas al respecto. Las tres avionetas fueron, con suficiente tiempo de antelación, advertidas que estaban sobrevolando el territorio nacional y, por tanto, debían retirarse hacia agua internacionales.

Tales avisos, ignorados una y otra vez, dieron lugar a nuestra orden de derribo, en este caso dos de los tres aparatos porque el del líder Basulto salió huyendo dejando atrás a sus subalternos, lo que le valió el sobrenombre de Capitán Araña. Es decir, Cuba actuó ejerciendo el sagrado derecho de defensa y en contra de una acción ilegal. Ni más ni menos.

Hay que preguntar a estos discípulos del emperador ¿cómo reaccionaría Estados Unidos si su territorio fuera violado reiteradamente por algún país desafecto a la sacrosanta nación del norte?

Claro que, posiblemente, no solo derribarían el o los aviones, sino que de inmediato procederían a una intervención militar al estilo yanqui. Ya saben ustedes cómo. Me atrevo a decirle al señorito Rubio y a Díaz-Balart. ¡No sean tan villanos! Si continúan por ese camino indigno serán eternamente aborrecidos por los pueblos. Piensen, es posible que aún tengan tiempo de enmendarse. Yo no lo creo, pero inténtenlo.

 

            

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