No se asombre, así son los imperios

¿No le parece algo tonto preguntarle a qué país se parece? Cuando hablo de la repugnante palabra imperio, por asociación viene a mi mente la imagen de aquel infeliz que el león devoraba por orden del emperador, o los gladiadores que morían en lucha atroz a manos del vencedor por la simple orden de aquel soberano que solo debía indicarlo con una señal de su dedo pulgar.

Y qué decir de mi Cuba, deseada por el imperio yanqui desde hace tantos años, tal fruta madura, para incorporarla como una estrella más a su bandera y para lo cual, con el triunfo de la Revolución, ha ensayado todo tipo de agresiones: invasión militar por vía mercenaria (Girón); guerra psicológica y bacteriológica; criminal bloqueo; sabotajes y atentados terroristas de distinto tipo; guerra secreta de la CIA y el FBI, utilizando grupos contrarrevolucionarios con sede en Miami, y otras agresiones que llenarían muchas cuartillas.

Claro, ahora se imponen otras preguntas tontas, ¿por qué el imperio no accionó así contra la dictadura batistiana que causó tanto dolor y sufrimiento a nuestra isla?, ¿Por qué no vira sus cañones contra Israel que comete a diario asesinatos de palestinos? ¿Por qué no fueron castigados personajes siniestros que enlutaron nuestras tierras como Stroessner, Somoza, Trujillo y otros tantos?

Naturalmente, Cuba ha sido, por obra y gracia de sus patriotas de todos los tiempos, como una espina en la garganta del imperio; ha utilizado todo tipo de artimañas y métodos, pero no logra extraer la espina, ni siquiera dando cumplimiento a la tristemente célebre recomendación de un personaje de nombre Lester Mallory, el mismo que en 1960 decía, con cinismo inaudito (…) «Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica, negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno».

¿Con cuál derecho? Bueno, con el derecho que tienen los imperios de todos los tiempos, es decir, el derecho de aplastar, someter, asesinar, sojuzgar a toda nación que aspire a su independencia y soberanía. No importa causar muertos, destruir economías, aplastar su cultura y lugares sagrados.

Para los imperios nada de eso tiene mucha importancia, lo primordial es mantener su hegemonía y ser respetados por obra y gracia de las armas. Como un ejemplo de actualidad puedo mencionar el plan global que se propone el imperio contra pueblos de nuestra región, dígase Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua entre otros.

Todos ellos han sido desobedientes a sus designios, han deseado, ¡oh, pecado mortal!, liberarse del yugo y deben ser castigados. Por tanto, no se asombre, así son los imperios.

Agosto/2016

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