Papa Francisco y Patriarca Kirill: antecedentes de un encuentro histórico

Se ha hecho alusión además, a que es la primera cita desde el Cisma de Oriente y Occidente (también Gran Cisma) ocurrido en el año 1054, donde tuvo lugar la primera ruptura permanente de la comunidad cristiana. Y aquí salta a la vista una interrogante, ¿qué significa la palabra cisma, y cuál fue su alcance en la historia de la Humanidad?

El término  cisma” significa “separación”. Y en este caso, se trata de la separación del papa y la cristiandad de Occidente, de la cristiandad de Oriente y sus patriarcas, en especial, del Patriarca Ecuménico de Constantinopla.

El distanciamiento entre ambas Iglesias comienza a gestarse desde que el emperador Constantino el Grande decide trasladar, en el 313 d.C., la capital del Imperio romano de Roma a Constantinopla.

Se  inicia, prácticamente, cuando Teodosio el Grande divide a su muerte (395) el Imperio en dos partes entre sus hijos: Honorio, que es reconocido emperador de Occidente, y Arcadio, de Oriente.

Deja notarse a partir de la caída del Imperio occidental ante los pueblos bárbaros del Norte en el 476; se agudiza en el siglo IX por Focio, patriarca de Constantinopla, y se consuma definitivamente en el siglo XI con Miguel I Cerulario, también patriarca de Constantinopla.

Ahora bien, ¿cuáles son las causas que condujeron al Cisma?, los investigadores e historiadores reconocen tres en esencia:

1. De tipo étnico: La natural antipatía y aversión entre asiáticos y europeos, unidas al desprecio que en esta época sintieron los cristianos orientales hacia los latinos, a quienes consideraban contagiados de barbarie a causa de las invasiones germánicas.

2. De tipo religioso: Las variaciones que, con el paso del tiempo, fueron imponiéndose en las prácticas litúrgicas, dando lugar al uso de calendarios y santorales distintos; las continuas disputas sobre las jurisdicciones episcopales y patriarcales que se originaron a partir de dividirse en dos el Imperio; la opinión extendida por todo el Oriente de que, al ser trasladada la capital del Imperio de Roma a Constantinopla, se había trasladado igualmente la Sede del Primado de la Iglesia universal; las pretensiones de autoridad por parte de los patriarcas de Constantinopla, que utilizaron el título de “Ecuménicos” a pesar de la oposición de los papas, que reclamaban para sí, como obispos de Roma, la suprema autoridad sobre toda la cristiandad; la negativa de los patriarcas de Oriente a reconocer esa autoridad sobre la base de la Sagrada Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, alegando que el obispo de Roma sólo podía pretender ser “primus inter pares” (un primero entre sus iguales); y la intromisión de los emperadores en asuntos eclesiásticos, creyéndose pontífices y reyes, y pretendiendo decidir ellos solos los graves problemas de la Iglesia.

3. De tipo político: El apoyo que buscaron los papas en los reyes francos y la restauración en Carlomagno del Imperio de Occidente (siglo IX) mermaron prestigio a los emperadores de Oriente, que tenían pretensiones a la reunificación del antiguo Imperio romano.

¿Quiénes fueron los protagonistas de este hecho?, se plantea que están implicados los autores como tal, y los defensores de la unidad de la Iglesia y la primacía de Roma.

En la autoría del Cisma participaron Miguel III el Beodo (838-867), emperador de Oriente (último de la dinastía de los Isauros); César Bardas, tío del emperador y regente del Imperio durante su minoría de edad; Gregorio Asbesta, metropolitano de Siracusa; Focio, secretario de la Cancillería imperial, y Miguel Cerulario, patriarca de Constantinopla.

Uno de los iconostasios del monasterio de Valaam en las Islas Valaam en RusiaComo defensores de la unidad de la Iglesia, figuran los papas Nicolás I, Adriano II, Juan VIII y León IX; Ignacio, patriarca de Constantinopla, y la emperatriz Teodora, madre del emperador Miguel III y hermana de Bardas.

Desde aquel instante hasta la actualidad, ambas se denominan a sí mismas Iglesia Católica Romana e Iglesia Católica Ortodoxa y reivindican también la exclusividad de la fórmula “Una, Santa, Católica y Apostólica”, al tiempo que cada una se considera como la única heredera legítima de la Iglesia primitiva fundada por Cristo y atribuye a la otra el “haber abandonado a la Iglesia verdadera”.

No obstante los desencuentros y polémicas, se conoce de algunas iniciativas para lograr un acercamiento entre católicos y ortodoxos. En 1274 tuvo lugar una primera voluntad de aproximación con motivo del II Concilio de Lyon y, en 1439, se realizó el Concilio de Basilea, pero ambos intentos fracasaron por la recíproca intransigencia en algunos aspectos doctrinales y disciplinarios.

En tiempos recientes, algunas Iglesias orientales decidieron aceptar la primacía absoluta del papa y ahora se denominan Iglesias Orientales Católicas.

A raíz del Concilio Vaticano II, convocado en 1962 por el papa Juan XXIII y clausurado en 1965 por Pablo VI, la Iglesia Católica Romana emprendió una serie de iniciativas que han propiciado el acercamiento entre ambas Iglesias.

Pueden mencionarse la declaración conjunta del  7 de diciembre de 1965, en la que el papa Pablo VI y el patriarca Ecuménico Atenágoras I decidieron “cancelar de la memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada”.

Sin embargo, estos grandes eventos no han cambiado la situación real de cada iglesia, porque el cisma sigue vigente, pese a las acciones emprendidas para superar obstáculos históricos.

Esto ha dado lugar a un diálogo entre las dos iglesias por primera vez en poco más de 900 años, y cuyos intentos en la comprensión recíproca entre católicos y ortodoxos ofrecen la esperanza de la reconciliación.

Fuentes: Artículos de José Antonio Molero, Ecured, Wikipedia.

Autor