Prepotentes y lacayos

Defensores a ultranza del imperio, no conocen otra actitud que no sea abrazar el poder yanqui, como si fuera la propia madre nutricia que les da vida, aunque indecorosa pero, al fin y cabo, placentera.

Son los inveterados lacayos que ven en su proceder la fórmula mágica para escalar altura política, aún cuando en el trayecto vayan dejando jirones de lo que un día pudo ser su dignidad humana. Como ansían ser de las alturas pues se convierten en verdaderos prepotentes.

«Un buen señor», equivocadamente nacido en Cuba, de nombre Marco Rubio, ha dicho «sentirse americano, creer en la necesidad de preservar a Estados Unidos para las generaciones posteriores y restablecer el respeto por esa nación a nivel mundial como líder de la democracia».

Figúrese usted. Por una parte quiere mantener a Estados Unidos para el futuro, como si no bastara tanta desgracia con su existencia actual; además restablecer el respeto como paladín de la democracia en el planeta.

Parece no estar consciente que el mundo le ha perdido el respeto hace ya muchos años, precisamente, y entre otras razones, por su carencia total de principios democráticos.

Otro oscuro personaje, Guillermo Fariñas, también accidentalmente nacido en la isla rebelde, ama vergonzosamente al Imperio, porque le ha reconocido sus «extraordinarios méritos de patriota cubano» y querer que Cuba sea una estrellita más de la bandera estadounidense.

¿Qué ha manifestado entre otras cínicas palabras de apoyo al yanqui? Lea despacio: «el gobierno de Estados Unidos tiene una responsabilidad moral por la democracia en cualquier parte del mundo, incluida Cuba».

Imagínese usted. Siguen con la letanía de utilizar la palabra democracia con su particular interpretación que nadie en el mundo reconoce, es decir, la democracia del poder económico, por el poder económico y para el poder económico.

Le menciono otro ejemplo de indignidad; en este caso del hermanito de aquel tristemente recordado George Bush, que llegó a la presidencia de Estados Unidos mediante un pucherazo.

Me refiero a Jeb Bush, ex gobernador de la Florida e hijo de la misma camada. Dijo: «Se necesitan líderes que reconozcan que la presencia de Estados Unidos en el mundo no es peligrosa, sino necesaria». ¡Sí señor, que lo digan los cubanos y cubanas!. Todos nosotros lo sabemos muy bien.

Fue necesario para la democracia invadir a Cuba, bloquearla criminalmente, introducir virus, someterla a persecución económica y diplomática, efectuar sabotajes de todo tipo y hasta atentar en múltiples ocasiones contra el líder de la Revolución Cubana.

¿Por qué, porque nos atrevimos a botar en el basurero a la democracia made en USA. En la de ellos prima el dinero, en la nuestra, el decoro y el respeto al pueblo. Aquella es la lucha entre fieras; la nuestra el trabajo abnegado por un mundo más justo. Jamás seremos calco de la infamia, como dijo el Apóstol: «La imitación servil extravía, en economía como en literatura y en política».

 

Autor