Salvador Allende y los supervivientes de la guerrilla del Che en Bolivia

Tras largas caminatas por lugares inhóspitos, a veces desérticos, los cubanos se fueron acercando a la frontera con Chile.  Por su parte, Allende había situado cerca de la misma a personal de su confianza para encontrarlos y llevarlos hacia el pase a territorio chileno. Igual acción habían emprendido el Partido Comunista y el Socialista, de Chile.

Al ser contactados los cubanos, las autoridades chilenas ordenaron su traslado al cuartel de Iquique, donde fueron declarados Hijos Ilustres. De Iquique fueron llevados a Antofagasta y de allí a Santiago de Chile donde tuvieron siempre el apoyo personal de Allende.

Por su parte, las autoridades de inmigración se vieron en una situación compleja debido a la presión que sostenía la CIA para que los cubanos fueran devueltos a Bolivia.  En pocas horas  se determinó que fueran expulsados del país no otorgándosele el asilo político solicitado.

La decisión del gobierno chileno, y mediante decreto, fue la de expulsarlos del país hacia la Isla de Pascua, posesión chilena en el Pacífico.   Era el 25 de febrero de 1968. Allí permanecieron por espacio de una semana.

Cumpliendo su palabra y autorizado por el Senado chileno, Allende se reunió con los cubanos en la mencionada isla y se decidió que formaran parte de una sola delegación con el fin de continuar el viaje programado, sin que se presentara inseguridad alguna.

De la isla de Pascua pasaron a Tahití, posesión francesa, donde los esperaba el embajador de Cuba en Francia, Baudilio Castellanos – quien fuera uno de los abogados defensores de los revolucionarios que protagonizaron las acciones del 26 de julio de 1953 – quien se hizo cargo de sus compatriotas  para emprender el resto del recorrido hacia Cuba.

Según narra el General de Brigada Harry Villegas (Pombo), en su libro “Un hombre de la guerrilla del Che”: “ en Tahití tuvimos la posibilidad de compartir más con Allende, de conversar con él, de que nos transmitiera sus ideas, su concepción de la toma del poder por vías pacíficas, pero además de estos aspectos de carácter político, pudimos apreciar la parte humana del dirigente, su preocupación por el pueblo, pudimos ver a un Allende alegre, compartimos una noche en la que bailamos ula ula, hicimos chistes , jaranas; todo ello contribuyó a tener una comunicación más directa y a conocer aún más a ese gran hombre de Chile.

Nos despedimos de Allende con un sentimiento de agradecimiento profundo, por la ayuda solidaria y combativa que nos ofreció como un verdadero revolucionario, expresó Harry Villegas (Pombo).

Como si con lo anterior fuera demasiado en cuanto a fraternidad e identificación revolucionaria plena, los cubanos le firmaron a Allende el libro “ La guerra de guerrillas” que el Che le dedicara y que lo acompañaba de una manera inseparable, como un gran amuleto para la suerte y como guía de acción en cuanto a la experiencia cubana.

Decía la dedicatoria:

Compañero,  en el libro que le obsequió el Che, queremos que queden estas palabras como homenaje a él de los que fuimos sus compañeros en la guerrilla boliviana”.

Con la despedida de los cubanos de Allende, en Tahití, se reiniciaba entonces un largo periplo para regresar definitivamente a Cuba, lo que se produciría el 6 de marzo de 1968.  Debieron viajar a otras islas del Pacífico, a Sri Lanka, Paris y posteriormente Moscú, buscando la mayor seguridad.

Al aterrizar el avión que conducía a los cubanos fueron recibidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz quien los abrazó, uno por uno, después de una larga conversación, Fidel les expresó:

Están vivos porque ustedes fueron agresivos, porque combatieron, si hubieran manifestado miedo, si hubieran manifestado temor, hubieran perecido, ahí está justamente la fuerza, la convicción revolucionaria de ustedes, en su resistencia, en su capacidad de luchar”.

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