Segunda Declaración de La Habana, manifiesto de independencia latinoamericanista

¿Por qué se produce la Segunda Declaración de La Habana, y en qué momento histórico tuvo lugar? Por esa fecha, en el balneario uruguayo de Punta del Este se desarrollaba la VIII Reunión de Consultas de Ministros de Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA).

El cónclave, al que asistieron los representantes de los países latinoamericanos, con la honrosa excepción de México, acordó expulsar a Cuba de sus filas, en una maniobra articulada desde los Estados Unidos. A ello se suma el accionar de las bandas contrarrevolucionarias organizadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con un alto costo económico, material y humano para la mayor de las Antillas.  

La Declaración fue aprobada por la Asamblea General del pueblo reunido en la Plaza de la Revolución José Martí. Allí quedó patentizada la decisión soberana de seguir resistiendo y construyendo el socialismo, a pesar de las dificultades y presiones que trataron de imponer los enemigos del proyecto social    

Ante una multitud enardecida, Fidel afirmó: «Resistiremos en todos los campos: resistiremos en el campo de la economía; seguiremos avanzando en el campo de la cultura (…) la patria no trabaja para hoy, la patria trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar.»

La Declaración se convirtió en una verdadera afirmación de principios, a favor de la proyección y vocación latinoamericana de la Revolución Cubana. Es un documento de profundo respeto al carácter socialista e internacionalista del proceso político cubano, con excepcional énfasis en la trascendencia latinoamericana, pues en él se examinan las raíces históricas de los pueblos de nuestro continente, contra los peligros del imperialismo.

El texto comienza rememorando las predicciones que en 1895, José Martí escribiera convencido del peligro que simbolizaban los Estados Unidos para los pueblos de América, y en especial Cuba.

Fidel denunció la intervención del gobierno norteamericano en la política interna de los países de América Latina, que se comportaba de forma cada vez más abierta. Los imperialistas no temían por la revolución cubana, sino por la revolución latinoamericana, el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebataran las armas a sus agresores y se declararan como en el caso de Cuba; pueblos libres de América.

A la distancia de 54 años, el valor de la Segunda Declaración de La Habana es de tal dimensión, que los historiadores o historiógrafos la califican como “el Manifiesto Comunista de la Revolución Latinoamericana”.

No en balde, el Guerrillero Heroico Ernesto Guevara de la Serna leería una frase en las Naciones Unidas, y que luego se hizo famosa en el mundo entero:

«Porque esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. ¡Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia!.»

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