Sin miedo al ébola

Dice  que sintió mucha satisfacción, porque nunca había enfrentado una situación así; además, orgullo, porque la Revolución confió en él, y enfatiza que no sintió miedo porque el médico cubano está preparado para estas eventualidades.

«La experiencia científica era única, porque el virus del ébola es clase cuatro, muy mortal, y se maneja en laboratorios de alta tecnología».

Sierra Leona fue su realidad durante cinco meses y medio y allí conoció de cerca el peligro, la muerte, el dolor de un continente perdido y la angustia cuando se le escapaban las vidas entre las manos.

El país africano no tiene una infraestructura de salud como Cuba, acota Magdiel, y es una nación muy pobre, con una situación higiénica sanitaria deprimente.

¿Cuál fue la exigencia en ese momento?

«Lo primero fue entender bien los cursos que nos dieron y la situación de África Occidental, particularmente Sierra Leona, donde me tocó trabajar. Traté de ir mucho más preparado para enfrentar un enemigo que no íbamos a ver».

¿Tuvo Magdiel alguna experiencia que lo impactó?.

«Fui del grupo que empezó a trabajar de inmediato en los hospitales. Me preparé mucho en inglés; hice las pruebas y comencé a laborar con una organización inglesa no gubernamental Save the Children. El 5 de noviembre de 2014 abrió el hospital y fuimos los primeros en tratar pacientes con ébola».

«La primera experiencia difícil fue con una niña de cinco años. Siempre me esforcé con todos los pacientes, pero con esa niña creo que lo hice más. La dejé bien y al otro día cuando llego al turno había fallecido. Eso me impactó mucho porque desde el punto de vista profesional sentí que fallé y en lo personal me puse muy triste; comencé a llorar».

«Mis compañeros de cuarto me decían que así iba a tener muchos pacientes, y en verdad, fue así. A partir de esa experiencia comencé a esforzarme más y los pacientes comenzaron a salvarse. Tuvimos un índice de supervivencia bastante adecuado, pese a todas las situaciones: el clima, las enfermedades como la malaria, más las características de un hospital de campaña, que son muy difíciles, aunque teníamos condiciones de primer mundo».

«Estábamos en la falda de una montaña, en medio de una sierra. Teníamos que hacer guardia. Era el único hospital, donde estaban los cubanos, que las hacía. A una temperatura de 40 grados y con el traje puesto subía hasta 52, pero sobrevivimos».

¿Qué sintió cuando regresó a Cuba?.

«Satisfacción, porque fue un logro la misión, desde el punto de vista científico, médico y político, porque Cuba como siempre dio el paso al frente. Logramos disminuir la morbi-mortalidad por virus del ébola en África Occidental».

«Yo digo que si tuvimos el valor de mejorar la situación en África Occidental, sin condiciones, qué tarea no vamos a cumplir aquí en Cuba, donde existe la infraestructura sanitaria».

«Hay que prepararse, estudiar, estar siempre listos para enfrentar cualquier misión, primero aquí dentro del país, que es donde la Revolución nos necesita, y luego afuera».

¿Cuáles son los proyectos de Magdiel hoy?.

«Estoy al frente del Hospital de Campaña de Las Tunas, donde se internan a los pacientes con dengue. Trato siempre de cumplir lo mejor posible con todo lo que se me oriente. Esa es mi meta, cumplir bien con mi trabajo».

Magdiel tuvo que luchar por su carrera de medicina, cuente esa historia.

«Yo comencé en la Campaña de Lucha contra el Aedes Aegypti; era operario. Se presentaron varios cursos de superación y yo quería optar por laboratorio clínico, porque me gustaba, aunque siempre la idea fue hacerme médico. Cuando llegué a matricular me dijeron que se necesitaban enfermeros y esa era la oferta, entonces me decidí por ese mundo».

«Hice enfermería general tres años y tuve buenos resultados académicos. Me gradué con varios honores que permitieron llegar al segundo escalafón y coger la carrera de Medicina en el 2002».

¿Por qué escoge la especialidad de medicina interna?.

«A mí siempre me gustó y creo que la medicina interna es la madre de la medicina. Es una especialidad muy bonita, sacrificada y compleja. Creo que hacer medicina interna fue otro reto más de mi vida. Creo que si volviera a nacer volvería a recorrer el mismo camino; escogería la medicina y en particular la especialidad».

Magdiel Hernández Romero es un joven de 36 años de Las Tunas que no le temió al ébola. Inspirado en el ejemplo de su mamá, a la que le debe la convicción, y motivado por su hija de 15 años, a quien considera su orgullo, se fue a la lejana África Occidental donde quedó su huella como médico y vivió una experiencia que no olvidará jamás.

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