Sobre la vida que viene con la muerte

Una bala alcanzó su pecho, dicen que por su poca pericia en el combate armado. Pero algo sí es verdadero, y es que no dudó dos veces en montar su caballo y lanzarse a la batalla, para dejar en el campo, como en los papeles, la constancia de que para su vida solo existía una verdad: una Cuba independiente.

Sobre su muerte Máximo Gómez escribió: «(…) al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor». Y es que sin Martí muchos combatientes pensaron que se quedó sin guía la marcha de la lucha. No faltaron los que pensaron que la muerte de Martí no fue más que un rumor. De ahí que se hizo necesario comprobarla.

Según se constata en la página web del Archivo Nacional de la República de Cuba, a ese efecto fue enviado el Dr. Pablo Aurelio de Valencia, quien debía encargarse de dictaminar que era el cuerpo de Martí y realizar los servicios que requería el proceso de conservación.

Dentro de la valiosa información que conserva esta institución encontramos el dictamen emitido por el Doctor Valencia, efectuado el mismo día 22 y emitido oficialmente cuatro días después. En el mismo se hace una evaluación del cadáver del Maestro describiéndolo físicamente y anotando los impactos de las balas recibidas.

Tal vez no estaban tan errados los que no creían su muerte. Y es que ciertamente continuó vivo los restantes años de lucha como guía imperecedero a cada paso que dieran los revolucionarios.

Sus libros, cartas, artículos… su prosa, su verso, todos eran una sola palabra: libertad. Dejó escrito un plan de lucha, dejó marcada la clave para el éxito: la unión de todos los hombres. Por esto luchó como quien se hace de un revólver para derrotar al enemigo. La unión y la educación como armas únicas para obtener el triunfo.

 

Autor