Justo ese día, en que se cumplían 20 años del desembarco de los expedicionarios del yate Granma por Las Coloradas, el líder de la Revolución informaba que cesaba el período de provisionalidad del Gobierno Revolucionario, y nuestro Estado socialista adoptaba entonces instituciones definitivas. La Asamblea Nacional se constituía en órgano supremo del Estado.
Ahora que está en marcha el proceso para comicios parciales y generales, a partir de la convocatoria del Consejo de Estado, y la formación de las comisiones electorales, nacional, provinciales y municipales, resulta oportuno dedicar unas líneas a explicar aspectos de nuestro sistema político, autóctono, basado en la participación consciente de los pobladores y el derecho de estos a elegir y ser elegidos en cargos efectivos de los órganos del Poder Popular.
Es frecuente que durante el intercambio con personas de otras naciones, estas manifiesten desconocimiento acerca de nuestro sistema político y electoral, y lleguen incluso a cuestionarlo.
Sucede que la organización del Estado cubano es sui generis, tanto que nada copia de sistemas tradicionales del mundo, y sí promueve y garantiza la incorporación del pueblo a la conducción real de la sociedad.
En nuestros comicios es el pueblo y no el Partido quien postula. La nominación sucede en reuniones de vecinos donde los que se convierten en candidatos(as) reciben la aprobación de la mayoría presente. Desde ese primer momento tal acto y los que le siguen son netamente democráticos, porque cuentan con la participación efectiva de los ciudadanos. Ocurre un suceso de pueblo que tiene su expresión más alta el propio día de las elecciones cuando asiste a las urnas más del 90 % de los registrados.
La elección del delegado de base es directa. El voto hacia un candidato o candidata lo decide la conciencia del elector que no está mediada por la publicidad, porque no se permiten campañas electorales ni otro tipo de propaganda en favor de ninguno de los postulados. Los votantes conocen a los nominados en tanto conviven con ellos en el propio barrio. Pero si no fuera suficiente, una breve biografía, acompañada de una foto, expone el mérito y ofrece información para que libremente el ciudadano decida por quien considere tiene capacidad de representarlo.
Los elegidos en cada circunscripción integran las asambleas municipales y constituyen la base fundamental de nuestro sistema, que tiene como principio que hasta la mitad de los diputados que componen la Asamblea Nacional sean además delegados de base.
Otros aspectos básicos del sistema político cubano son la potestad que tienen los electores de revocar el mandato de su delegado si la mayoría entendiera que no cumple con la responsabilidad para la que fue elegido, así como el derecho a controlar sistemáticamente la gestión de su representante.
A diferencia de otras naciones donde los padrones electorales registran irregularidades disímiles, muchas veces favorables para la comisión de fraude, en Cuba el registro de electores se presenta de modo automático y gratuito. Con tiempo suficiente las listas se hacen públicas para que el ciudadano pueda verificar su inclusión o subsanar cualquier error en sus datos personales.
Carácter popular indiscutible poseen las comisiones de candidaturas integradas por representantes de organizaciones sociales y presididas por la Central de Trabajadores de Cuba. Estas tienen la función de elaborar y presentar a la Asamblea Municipal correspondiente los proyectos de candidatos a delegados a la Asamblea Provincial y diputados a la Asamblea Nacional.
Los delegados municipales tienen la posibilidad de solicitar la exclusión de algún propuesto, decisión que solo puede acordarse con el voto favorable de la mayoría presente.
Claro que el trabajo alrededor del Poder Popular es perfectible. Existe comprensión de ello, y en consecuencia se actúa. Mas cuando observo la composición de nuestra Asamblea Nacional, y en cada escaño compruebo humildad, prestigio, autoridad y sabiduría del obrero, el campesino, el científico, el artista, el estudiante…, me enorgullezco de tan buena representación en favor del pueblo, y percibo la seguridad de que el Estado socialista es y será garante de la libertad, la independencia y la soberanía de la nación.