En todos los casos se deben «desmontar» las emisiones para conocer el grado de eficiencia que alcanzan en aspectos tales como: Cumplimiento de objetivo y perfil; errores posibles de diverso tipo; trabajo de locución, de musicalización, de efectos, atmósferas; rigurosidad en su horario; calidad de guiones y/o libretos, etc.
En función de un plan se somete a monitoreo cada uno de los espacios de la programación. Dicho plan se confecciona bajo el criterio de la necesidad e importancia, excluyendo métodos mecánicos. Es decir, la mayor o menor atención en frecuencias de monitoreo estará siempre determinadas por la mayor o menor eficiencia de cada programa; aún así, todos los programas deben ser incluidos.
Por otra parte, es importante que en esta tarea se involucren a todos aquellos compañeros que sean capaces de enjuiciar, con criterios sólidos, el comportamiento de un programa dado, tales como Directores, Asesores, Periodistas, Escritores, etc., tratando, en lo posible, que él o los monitoristas de un mismo programa no sean, precisamente, los de mayor vínculo con él.
El monitoreo puede ser encomendado a uno o más compañeros. En el caso de uno debe contar con un buen nivel profesional y, cuando se trate de más de uno efectuarán monitoreo cruzado para comparar resultados y encontrar señalamientos comunes.
Deben plantearse dos requerimientos adicionales:
a) Monitorear como mínimo cuatro emisiones del programa, tratando de que éstas sean en días consecutivos y períodos típicos
b) Elaborar un informe de resultados caracterizado por la concreción y la brevedad y en el cual se traten los aspectos básicos que miden la calidad.
c) Es importante excluir el exceso de apreciaciones subjetivas que en la práctica dan paso a discusiones eternas entre quien monitorea y la persona –director, escritor, asesor- que resultó implicado en los resultados.