26 de julio en Sancti Spíritus, de vuelta la epopeya

En la palabra y la canción de tributo a los héroes, los atacantes del Moncada regresaron; pero esta vez no para reivindicar la memoria de José Martí. No hacía falta. Desde que la Generación del Centenario ondeó sus ideas, a golpes de acción, el Apóstol nos acompaña.

Y en medio de la plaza espirituana, alguien me recordó a Fidel, al Fidel de voz grave, pero serena, en la noche del 25 de julio de 1953 en la granjita Siboney: «Si vencemos mañana, se hará más pronto de lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante».

Era la apuesta por el futuro, por una nación sin llagas ni cicatrices debido a tanta dictadura. Horas antes de la mañana de la Santa Ana, el joven abogado anunció el otro tiempo por venir. El revés del asalto al cuartel Moncada les dolió a aquellos jóvenes, que es decir a Cuba. Mas, para esculpir la historia, a veces es preciso caerse. Solo los grandes se empinan.

Por ello, hoy la Patria tiene su Sol, y los espirituanos y las espirituanas, en nombre de sus hijos, dejaron para luego sus urgencias domésticas y, entre todos, compartir la celebración: por segunda vez la provincia resultó sede de las conmemoraciones centrales por el Día de la Rebeldía Nacional.

La Patria tiene su estrella solitaria, por cierto, y los espirituanos y las espirituanas se llegaron hasta la plaza con la gratitud de los humildes a cuestas, sin olvidar las razones esgrimidas por el Buró Político del Partido para conceder la sede del festejo por la gesta moncadista.

Echar en el saco el plan de fabricación de azúcar por novena ocasión consecutiva no constituyó obra del azar, como tampoco el ascenso en producciones básicas, en los indicadores económicos y en los sectores de Salud, Educación y Turismo, entre otros. Así y todo, no somos perfectos.

Solo con la manga al codo se levanta una nación; sentados, nunca. Lo ha recordado con otras palabras José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, frente a un aluvión de banderas. Su discurso me ha devuelto la certeza de que la Revolución cubana no se subasta en mercado alguno.

La lección nos vino desde Serafín Sánchez, quien, con la muerte asechándole el cuerpo, ordenó seguir la marcha hace casi 120 años. La lección nos sigue llegando desde el Guerrillero del tiempo, quien, a punto de sus 90 años, estuvo de alma entera entre los espirituanos, cobijados por esas palmas reales y cubanísimas, paridas de banderas rojinegras.

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