Yalennis Castillo: No solo las medallas brillan

Yalennis levantó en el tatami un verdadero castillo de coraje y arrojo en cada una de sus cuatro salidas, ante adversarias que la aventajaban en nivel técnico y con avales tan caudalosos, que cualquiera de ellas pudiera ser la ganadora de los Juegos.

Su heroico paso por los pasillos olímpicos de la urbe carioca en su ya confirmada despedida del deporte se resume así.

La constancia: Marhinde Verkerk, de Ho­lan­da, fue el primer escollo. Tres medallas (1-1-1) en campeonatos mundiales y la sexta plaza del listado del orbe, era el pedigrí a vencer. El combate llegó empatado al cubrirse los cuatro minutos reglamentarios y requirió de la regla de oro. Fueron seis más con 57 segundos de una altísima demanda física, en los cuales Yalennis levantaba en cada movimiento ese castillo inexpugnable en el que habita esta holguinera del municipio de Moa, fiel reflejo de la estirpe de la mujer cubana. Después de casi 11 minutos, o lo que es lo mismo, casi tres pleitos, salió victoriosa porque jamás dejó de ser ella la líder en la duela. De allí salió con su hombro izquierdo luxado y el codo, igual en muy mal estado.

Jamás se rindió: Anamari Velensek, una es­lovena, también con cuatro lauros del orbe (0-1-3) la confundió en una combinación en el suelo que empezó por técnica de estrangulación y continuó a llave de brazo. Castillo en un movimiento involuntario de su mano izquierda tocó el tatami y aplicaron el ippon por abandono. “No, yo jamás me rindo, se me fue la mano más rápido que el pensamiento”, nos dijo.

Más técnica que nunca: La húngara Ana­mari Joo, subtitular europea y campeona del Gran Slam Villa de París, en febrero de este año, representaba abrir la puerta a disputar la medalla de bronce. Entonces Castillo se mostró más técnica que nunca con un “uranage” letal, técnica con la cual marcó la ventaja y el pase a la porfía por el tercer puesto.

Sin medallas, pero con aplausos: Mayra Aguiar, la cuarta del ranking mundial, con cuatro preseas (1-1-2) en igual número de citas universales también quería ese lauro y lo consiguió. Pero la moense no dejó de pelearle, mas un mejor judo de su rival y el cansancio de la larga jornada le privaron de lo que hubiera sido una merecida recompensa. Sin embargo, cuando una atleta compite como lo hizo ella, no habrá medallas, pero sí el aplauso del respetable.

La lid la siguió toda Cuba y mientras vibrábamos con la emoción que esta mujer es capaz de generar, en Canadá su esposo, el receptor de los Industriales y de los equipos Cuba, Frank Camilo Morejón, no se perdía un segundo y nos comentaba lo orgulloso que se sentía.

Yalennis mostró en Río de Janeiro, en los tatamis, en los Juegos Olímpicos, cómo se defienden los colores patrios y cuando se hace de la manera en que ella se lo enseñó al mundo, entonces es el orgullo de sus compatriotas, el Olimpo de nación la que la premia.

Sus entrenadores Armando Padrón e Ismael Borboña, habían coincidido en comentarnos que ojalá tuviéramos muchas Yalennis. A lo mejor le falta algo de rigor técnico, pero le sobra el competitivo. Le agradecemos tanta entrega, expresaron. Y ella, sin aliento, no por el agotador día, sino porque no subió al podio, todavía quería agradecerles a ellos y al profesor Ronaldo Veitía, a su esposo y a su pequeña Camila el apoyo que siempre la arropó.

Sí, seguimos sin aparecer aún en el medallero, pero Yalennis Castillo nos recordó que no  solo las medallas brillan.

Autor