Yunidis, la otra medalla

“A todos los gusta la medalla de oro, nos esforzamos para eso, así es la vida del atleta, prepararse para una competencia, en un momento puedes estar bien y en otro te lo pueden quitar como pasó ahora…”.

“Es un evento de estreno, extra que traía, estaba muy entusiasmada porque quería dar la primera medalla de oro a mi país, no pudo ser pero bueno… la gloria es para Cristo y doy gracias a todos por su apoyo. Esta medalla se la dedico a todo mi pueblo que siempre me está apoyando, a mi hijo Gabriel , a mi familia, a mi presidente Raúl y a Fidel en su noventa cumpleaños…quería regalarle el oro…”

Es una confusión que no se explica bien. En la final de salto de longitud de la categoría T-47, faltaba un intento para celebrar lo que sería su medalla de oro número seis. Casi lo había asegurado en su segunda oportunidad cuando marcó 5.59 metros.

Llegó, casi de la nada, Anna Grimaldi, de Nueva Zelanda, que iba en tercer puesto. Saltó 24 centímetros por encima de su marca personal y coartó la respiración de todos los cubanos…y otros admiradores del mundo. Quienes estuvimos en el estadio saltamos con ella y nos quedamos sin aire, por unos segundos.

“Realmente no me había dado cuenta que faltaba la muchacha por saltar, yo iba a anular el salto para hacer menos y preservarme un poco para los eventos de pista. Realmente ella era la que podía hacer un poco de presión, igual que la australiana… Estoy un poco como aterrizando todavía” .

La santiaguera completó, con temple, su competencia. Aunque por cuarta vez rebasaba la marca con que llegó a Río de Janeiro, aunque había destronado a la mismísima recordista mundial, la australiana Carlee Beatle, esta vez tercera, sintió un frío en todo su cuerpo, sin poder atrapar lo que se le iba de las manos.

“No estoy alegre ni complacida porque sé que podía haber cogido el oro, soy una atleta que me gusta dar lo mejor de mi cuando estoy compitiendo. Sabía que peligraba ese 5.59 por la australiana sobre todo”

Pero se exige demasiado esta heroína de las pistas. Hace solo tres meses regresó a ellas luego de parir su primer hijo. Quien es madre la entiende. Quien no lo es, también. Intento, sin lograrlo, sacarla, de este atontamiento que me admite

“Solo tuve tres meses para prepararme, me he dedicado al entrenamiento por estar cuidando a mi bebé. Me siento feliz por el resultado, pero…El salto largo no me había llamado la atención, ya después que vine de Catar con la plata y la clasificación para la Olimpíada, me dije: lo vamos a hacer.”

La pregunta sale sola de la garganta. ¿Cómo puede una mujer embarazarse, parir, criar un hijo, llegar y ganar una medalla de oro?.

“Es una gran reto, los bebés llevan su tiempo y dedicación y también el entrenamiento, me siento feliz porque en poco tiempo he logrado incorporarme y estar de nuevo en una Olimpíada”.

Y vuelve el remordimiento. “Estoy un poco inconforme como que conmigo, me gusta entregarme al máximo y es como cuando tú te acostumbras como atleta a algo.. es difícil ..el problema es que creía que tenia para más.

No es la campeona de Río de Janeiro, pero en parte sí lo es. Como también la noticia. Por eso ahora mismo en la zona mixta no se entiende por qué el abejeo de prensa no persigue a Grimaldi. Ella lo sabe. Siente en sus piernas el sabor del desquite y ya mira hacia las pistas del Estadio Olímpico. Con otros ojos, con otra sed.

“Como me conoce el pueblo de Cuba, lo mío es enfocarme en las pistas, en lo que siempre he hecho: defender los títulos que tengo”

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