La presencia de Fidel en el corazón de los agramontinos adquiere en este momento solemne una altura simbólica sin precedentes, dada la admiración que sentía el líder de la Revolución por un mambí de recio abolengo y estirpe independentista: Ignacio Agramonte y Loynaz.
La hermosa urbe de las mil leyendas, y como también la llamó un hijo ilustre, el Poeta Nacional Nicolás Guillén, «suave comarca de pastores y sombreros», en más de una ocasión fue visitada por el estadista cubano.
La primera fue en la mañana del 4 de enero de 1959. Los guerilleros del legendario Ejército Rebelde entran a la ciudad de Camagüey; y en el Regimiento No. 2 Ignacio Agramonte, lo reciben las autoridades de la provincia.
En una reseña publicada por el del periódico El Camagüeyano, con fecha 6 de enero de 1959, puede apreciarse la magnitud del recibimiento popular a Fidel:
«(…) Alrededor de las diez de la mañana la caravana motorizada donde venía Fidel Castro entró en Camagüey por la Carretera Central procedente de Oriente. De pie en la torre de un tanque Sherman de gran tamaño, Fidel Castro extendió sus manos en un amplio saludo cordial hacia las enormes multitudes que se agolpaban por todas partes y lo aclamaban delirantemente».
«Enormes multitudes se agolpaban al paso de los legionarios de la libertad, que con sus largas melenas y sus espesas barbas semejaban un fantástico desfile de ejércitos bíblicos».
El 21 de octubre de 1959, Fidel regresa nuevamente a la antigua villa principeña. Esta vez para celebrar en un gran acto de masas la actitud del pueblo agramontino ante la conjura sediciosa de Hubert Matos.
Al hacerse el anuncio por la radio de que Fidel se encontraba en la urbe principeña e hizo un llamado, las movilizaciones populares fueron apoteósicas, a lo que Fidel respondió agradecido: «Se experimenta esa sensación de lo que es un pueblo leal, de lo que es un pueblo revolucionario».
«¡Esta ciudad militar la convertiremos en una escuela!, a la que asistan cientos de niños, porque nuestros cuarteles están en el pueblo, ¡nuestra Revolución la defiende el pueblo!»
«¡Camagüeyanos: en nombre del Gobierno Revolucionario, en nombre de la patria, en nombre de toda Cuba, nuestra gratitud por el gesto magnífico de hoy, y por la página extraordinaria de civismo que acaban de escribir!»
Otra vez, Fidel volvió a la cuna del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, el 27 de noviembre de 1959. «Hemos venido hoy a esta provincia a entregar a los maestros de Camagüey la que fuera fortaleza militar donde moraban en otros tiempos los soldados de la tiranía, y hemos venido también a inaugurar dos hospitales».
Por la mañana, tiene lugar el acto que convierte el Cuartel del regimiento Agramonte en Ciudad Escolar, y al atardecer se inaugura el hospital Amalia Simoni, en la Avenida Finlay.
Muy emocionado, aseguró que era «un espectáculo que quedará grabado en nuestras mentes como una idea de lo que es Camagüey, como una idea de lo revolucionario que es el pueblo de Camagüey, como una idea de lo leal que es el pueblo de Camagüey, como una idea de lo valeroso que es el pueblo de Camagüey, y por eso digo gracias, porque esto tiene una significación extraordinaria».
Luego, el 26 de julio de 1989, en el acto central por el XXXVI aniversario de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Fidel expresó la posibilidad cierta de que el campo socialista y con él la Unión Soviética se derrumbaran. La historia le dio la razón, por lo que una vez más Camagüey fue testigo de su proverbial capacidad de alertar y prevenir los acontecimientos.
Por última vez, Fidel estuvo en la provincia de Camagüey para interesarse por el desarrollo de la industria azucarera en ese territorio. Ello ocurrió el primero de abril de 1996, cuando el artífice de la Revolución Cubana visitó el central Brasil, en el municipio de Esmeralda.