El Bolero: Otra vez, siempre

Cómo fue, / no sé decirte cómo fue. / No sé explicarme qué pasó, / pero de ti me enamoré”. Tengo ganas de cantarte ese tema de Ernesto Duarte, no como el Benny, nunca, como yo mismo, con mi pobre garganta. O este otro de Piloto y Vera, Añorado encuentro: “Aunque lejos estemos tú y yo / Siempre unido estará nuestro amor / Añorando tan solo el momento / De estrecharnos con loca y tenaz pasión”.

Tengo ganas de decirte un bolerazo mexicano, de Agustín Lara: “Solamente una vez / Amé en la vida /Solamente una vez / Y nada más / Una vez, nada más / En mi huerto brilló la esperanza…”. Y también este, de Roberto Cantoral, La barca: Dicen que la distancia es el olvido / Pero yo no concibo esa razón / Porque yo seguiré siendo el cautivo / De los caprichos de tu corazón / Supiste esclarecer mis pensamientos / Me diste la verdad que yo soñé…”

Voy a poner en mi voz un bolero boricua, un bolerón como este del gran Rafael Hernández: “Silencio, que están durmiendo / los nardos y las azucenas. / No quiero que sepan mis penas,/ porque si me ven llorando, morirán…”  Y agregaría Piel Canela de Bobby Capó: Que se quede el infinito sin estrellas / O que pierda el ancho mar su inmensidad / Pero el negro de tus ojos que no muera / Y el canela de tu piel se quede igual…”

Es apenas una muestra de la internacionalización del bolero, cuya práctica, escenario y usos sociales en Cuba y México fueron declarados hace muy poco, Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco. En esta misma sección, RADIACIONES, nos hemos referido en diversas ocasiones a la defensa del género a través de la radio, incluso a su surgimiento en Santiago de Cuba y al rescate del primer bolero Tristezas (1883) obra del sastre, del maestro Pepe Sánchez.

Los cultores del bolero no han sucumbo a modas ni modos. Saben lo que representa lo que cantan y lo disfrutan. Siempre recuerdo a Ela Calvo, a quien me presentó la locutora y excepcional promotora musical, Rosalía Arnáez en El gato tuerto. Su garbo, su linaje, su respeto son inolvidables.  Cuando se nos fue, la radio se convirtió en crónica y homenaje. Ela, sin desistir jamás…

Una declaración de tal calibre mueve siempre a consideraciones. México y Cuba han mantenido a lo largo de los años una confluencia espiritual muy especial, con su música, su cine, su gente. La música mexicana es territorio intocable en la Radio Cubana, Así, el bolero y el danzón han hallado tierra fértil y resguardo en la Patria de Juárez y Sor Juana.

Esperemos que una declaración como esta nos haga reflexionar acerca de la manera de preservar, reconocer y mantener este legado en la radio, en los medios en general, y por supuesto, en los escenarios donde el bolero es protagonista y señor, con la creatividad como divisa permanente. Esa sería la ganancia principal.

RADIACIONES quiere regalar esta evocación del encuentro con Elena Burke. También una reflexión sobre el desconocimiento de su huella y la de otras figuras imprescindibles de nuestra cultura, en generaciones recientes. ¿Por qué sucede? A un clic, Pido permiso…

 

Autor

  • Reinaldo Cedeño Pineda

    (Santiago de Cuba, 1968) Licenciado en Periodismo (1991) y Máster en Comunicación Social por la Universidad de Oriente (2004). Recibió la Distinción por la Cultura Nacional y el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro (2021) por la obra de la vida. Alcanzó el premio de los concursos nacionales de poesía Hermanos Loynaz (2011) y Regino Pedroso (2014). Premio Latinoamericano de Crónicas (Portal Nodal Cultura, 2016). Entre sus libros: A capa y espada, la aventura de la pantalla (2011), Poemas del lente (2013), La noche más larga. Memorias del huracán Sandy (2014), Ser periodista, ser Quijote (Ediciones La Luz, 2019) y Las pequeñas palabras (2019). Miembro de la UPEC y de la UNEAC. Actualmente es realizador de la emisora Radio Siboney.

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