Un minuto no tiene 60 segundos

Cada martes, sostenemos un diálogo en vivo con una personalidad de la cultura, a través de Radio Siboney, emisora especializada de Santiago de Cuba. Una entrevista es una inmersión, una novela mínima, una oportunidad. No tenemos al lado simplemente a un entrevistado, sino una vida que revelar. Nos toca ponernos a la altura.

Nuestro invitado es Alberto Lescay Merencio, el célebre escultor, dibujante y pintor. Es autor de piezas tan emblemáticas como la figura ecuestre de  Antonio Maceo de la Plaza de la Revolución homónima, el Monumento al Cimarrón en El Cobre, el Espíritu Guerrero en Puerto Cabello (Venezuela) o el Vuelo Lam, en La Habana.

Mientras más reconocido el personaje, mayor la preparación; sino corremos el riesgo de un remake, del calco, de repetir la misma entrevista que le hicieron ayer. En una pequeña salita sostenemos una conversación previa. “¿Cuántos minutos?” , me pregunta el artista. “Diez, maestro… ¿le parece bien?”.  Su cabeza se mueve afirmativamente, “es suficiente”, acota.  Y entramos a la cabina.

El micrófono es una puerta al destino.

La voz grave de Lescay inunda la cabina. Somos los primeros en felicitarle por su cumpleaños 70. Nos cuenta de la inaguración del Taller de fundición en El Caguayo que permitió hacer realidad grandes obras de la escultura monumental. Y de la mismísima Rita Longa, que en un acto simbólico, echa una moneda en el crisol.

Siempre quise poner al autor frente a su obra, al monumental Maceo de la Plaza que pronto cumplirá 30 años. Lo provoco: ¿A estas alturas, qué  le cambiaría? Sobrevienen risas ante lo inusitado. “Nada le cambiaría  ―responde―, no se puede”. Y emergen despacio las confesiones, llegan vivos los recuerdos, saltan las reflexiones:

Toda sociedad que quiera crecer, necesita del arte público… Todo el mundo tiene necesidad de la espiritualidad, de ver algo que lo inquiete, que lo motive, de registrarse a sí mismo para entender a lo que se enfrenta”.

Hay más, uno quiere más, pero el tiempo es como es. Zulima Nicolau, la directora de la revista “Música y algo más”, ha sido generosa. La locutora, Diamela Díaz, me mira. Han pasado diecinueve minutos. Y cuando doy las buenas tardes a modo de cierre, el invitado pinta en tres palabras su asombro:  !¿ya se acabó…?!

Ese es el caso en que resulta difícil llevar el tono justo, escoger el signo adecuado, viajar de la oralidad a la escrituridad. Como dijera el antropólogo argentino Adolfo Colombres: la palabra escrita subió al carro de la palabra hablada, mucho después.

Alberto Lescay se queda en la cabina media hora más.  Se lo pide el cuerpo. La conversación sigue por dentro, la emisora se arracima. Hemos vivido la coda de una entrevista, hemos construido una atmósfera que nadie quiere romper.

La radio refunda el tiempo, o esta cuenta anda mal. Un minuto no tiene 60 segundos, no siempre.

(Al cierre, conocimos que Alberto Lescay Merencio, recibió el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba)

ENTREVISTA de Reinaldo Cedeño a Alberto Lescay

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