Un reclamo místico (+ Audio)

Hablo de Miguel Matamoros, de “Lágrimas negras”, de “Mamá, Son de la Loma”. Es 8 de mayo, el día que vino al mundo, el Día del Son Cubano. Tengo un grito y una historia que contaros.

En cierta casa de radio, que bien pudiera ser esa y cualquier otra, un joven operador iba decidido a borrar su cinta por enésima vez. Caja en mano por el largo pasillo. Había que grabar, regrabar y volver a grabar. Las carencias nos toman por el cuello, son recidivantes. A las cintas Orwo le debemos un monumento, un aplauso cerrado al reciclaje, un tributo a la resistencia.  

Y ya se alistaba, ya casi apretaba la tecla, ya casi el cabezal mordía, cuando pregunté que había… Oyélo tú mismo… Y así, como si nada, se dejó escuchar el Trío Matamoros,  el mismísimo, interpretando  “Reclamo místico”. 

Dime que ya eres libre

como es el viento.

Dime que no me quieres,

que ya me olvidas…

Dime que ya no tienes

ni un pensamiento,

ni una sola esperanza

que me dé vida.

El grito llegó solo, salió de allí, de donde uno no imagina. No lo puedes borrar, le dije, ¡No puedes!

Yo conocía la historia de esa canción. El destino me había empujado una mañana al Callejón Santiago, a El Tivolí, aquel barrio de ascendencia francesa, aquel balcón mirando al mar.  ¿Por qué no subes la escalinata? ¿Por qué no tocas conmigo a la puerta de Mercedes Cuevas, la viuda de Matamoros?

Se conocieron en una serenata, me cuenta, mientras mueve sus trenzas, mientras intenta reconstruir en el aire el ambiente de aquella época.  Las travesuras de Miguel llevaron a la primera separación ―travesuras con nombre de mujer―; pero el amor quedó indemne, intocable. El tiempo acabó poniéndolo todo en su lugar. Se casó con ella no una, sino dos veces. Meche para aquí y Meche para allá, así le decía.

―¡Miguel!… ¡Miguel nunca se me olvida!

Una pausa, una vuelta. Y entonces, el pasado se quiebra, entra la luz. De los labios de aquella que lo inspiró, susurrante, llega a nosotros  “Reclamo místico”, el tema que Matamoros le dedicó una tarde de reconciliación.



Matamoros lanza una estocada a fondo, le pasa la mano por el hombro, le canta bajito. Mercedes no puede resistir, nadie puede resistir semejante asedio. La música es el puente perfecto. 

Mira que ya me muero

pues sufro mucho,

mira que ya me abruman

penas muy hondas.

Mira que si muriendo

tu voz escucho

pueda después de muerto

que te responda. 


  • ESCUCHE la Crónica “Si el amor hace sentir hondos dolores” (Texto y voz: Reinaldo Cedeño / Musicalización y edición: Abel Rosales)


 

Autor