Somos pedacitos de carne entre las sábanas mientras huyen los siglos

Son los estudiosos de la física y la astronomía quienes suelen hablar de las distancias con más empeño. Y la verdad que es escalofriante y casi imposible de imaginar lo que significa un año luz, mil años luz, millones de años en los que la luz viaja con la más grande velocidad del universo.Por esa imposibilidad de los cerebros cotidianos para pensar en distancias así, es preferible considerar que las verdaderas distancias están en ayer y en mañana, pasado y futuro.

Ayer está tan lejos que es imposible visitarlo otra vez. Mañana es un misterio. Y así construimos la época…

Un año es una nada (y 20 también, decía Carlos Gardel en un canto memorable); pero depende de la escala de tiempo en la que estemos haciendo las mediciones. Un año en una vida humana es un segmento de tiempo compuesto por 365 amaneceres durante lo cual todo comienza o termina, comienza y termina. Es esa la causa por la que un año suele ser un capítulo en la novela de cada humano, y se sabe que un capítulo de una novela puede ser la introducción a la vida, o ser pura agonía dramatúrgica por los conflictos que allí se narran, o un capítulo puede ser de clausura. Por eso los humanos siempre estamos alertas ante el final y el inicio de los años.

Al inicio lo más curioso es presenciar el primer minuto, que es lo mismo que entender que el futuro ya está aquí, que se hizo presente el tiempo que antes nos parecía lejano, impredecible.

Igual el primer minuto (y los subsiguientes), significa que acumulamos nuevos ayeres, que la historia engordó otras varias páginas que escribieron (escribimos) nosotros mismos, los de ahora.

El primer instante, el minuto primero del año significa que el planeta en que vivimos está en la meta de inicio. Que el tiempo se hizo cero nuevamente y que acaban de dar el: Preparados. Listos. Ya.

Comienza nuestra perenne carrera en el tiempo. Comienza un nuevo ciclo. Todo ocurrirá nuevamente: primavera, verano, otoño e invierno.

Lo único nuevo serán nuestras esperanzas, aspiraciones, sueños y deseos.

Este nuevo es el año 2024 comenzando la cuenta desde el día que nació Jesucristo, según el calendario gregoriano.

Y si verdad es que el gregoriano es el calendario que usa la mayoría de los habitantes de la tierra, también es cierto que no es el único método de medición del tiempo. Y que a esos otros calendarios hay que tomarlos en cuenta, porque la edad de la tierra sigue siendo una incógnita.

Este 2024 es:

El año 5 784 según el calendario hebreo.

El año 4 720 según el calendario chino, (año del Dragón).

El año 1 447 según el calendario musulmán.

El 1 403 según el calendario persa.

Son varias formas las que tenemos para contar las edades, pero sencillamente se trata del tiempo vivido y de nuestras más caras aspiraciones para mañana. Es el tiempo, y, ustedes y yo lo sabemos: el tiempo es el bien del que está hecha la vida.

Si no lo cree, mire hacia atrás por un mínimo instante:

Aquí nos ve, a nosotros, los de ahora.

Nosotros, los de ahora, como mismo nuestros antecesores, continuamos siendo, únicamente, pedacitos de carne entre las sábanas mientras huyen los siglos.

Nosotros, los de ahora, igual que nuestros antecesores, somos ramas nuevas de un viejo tronco. De ahí que el único sabor que nos alimenta verdaderamente es el que brota desde la misma tierra, la tierra de ahora y de ayer y de siempre…

Un único sabor que brota de la tierra y nos llega, a través de la raíz común.

La raíz común que al salir de la profundidad se convierte en tronco de un árbol único.

Árbol único que se multiplica en millones de ramas.

Ramas que somos tú, yo, este, aquel, aquella. Todos. El pueblo.

Aquí en este pueblo vinimos a la vida. Este pueblo nos dio nuestro apellido principal o mayor. Un apellido que es el que más orgullo nos hace sentir, porque es el que certifica nuestra nacionalidad.

Un apellido que se repite de uno en otro, a lo largo de las generaciones… CUBANOS.

Ese apellido, les decía, es el que iguala a todos los vecinos, porque tenemos los mismos  antepasados y por tanto genes semejantes y semejantes aspiraciones, empeños, deseos, sueños, esperanzas.

Todo eso semejante que compartimos lo es porque vinimos a la vida en este pueblo, siendo parte de una dinastía de primos. Sencillamente somos una familia. En el rostro de los demás descubrimos rasgos que ya conocíamos cuando miramos nuestro rostro en el espejo.

Sencillamente somos una familia. Y familia al fin, es en esta Isla-País la única del mundo donde vamos a cualquier parte sin necesitar indicaciones o mapas, porque esta Isla-País es la tierra que pisan nuestros pies: la única del planeta que nos pertenece.

Es en este el único lugar del mundo donde no somos extranjeros, donde todo es nuestro porque lo construido fue hecho por nuestros padres y abuelos. Es en este pueblo donde nada es extraño, nada es exótico, nada es desconocido.

Todo lo anteriormente descrito es así porque el apellido común y la forma de ser, de creer y de pensar común lo recibimos al nacer a través de  la leche materna, del aire que respiramos, DE LA TRADICION: que se bebe como la leche de las madres y se respira como el aire.

Aquí es donde somos: fulano de tal y más cual, natural (naturales) de CUBA; y desde entonces y por siempre jamás nos paseamos por el mundo con pasaportes que pregonan y nos hace sentir orgullosos de ser CUBANOS.

Por los vecinos que fueron y ya no están, y por los que nacerán y por la esperanza, ahí tenemos un año más, ahora comenzando. Que todos tengan la seguridad de que el sol volverá a alumbrar y que a esta misma hora están naciendo miles de niños. Es la vida.

Este 2024 será un año que comienza un lunes y terminará un martes después de 366 días, un día más que los tres años anteriores, y que ya nos debíamos, porque aunque lo vivimos en pedazos, no lo habíamos contado.

Los diferentes puntos de vista del tiempo de nuestra civilización están en lo cierto y ninguno lo está. Todos tienen la razón y ninguno la tiene. La única verdad es que comienza otro año, el 65 del triunfo de la Revolución Cubana y a la vez, un año olímpico, con celebración en París, Francia.

Vivamos juntos, amándonos. 

Bienvenido el 2024.

Autor

  • César Hidalgo Torres

    César Hidalgo Torres (Holguin, 1965) Graduado de la Facultad de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes, profesor de Guión e Historia de los Medios de Comunicación en esa misma casa de estudios. Por más de 30 años ha trabajado en la radio. Multipremiado en Festivales y otros concursos. Miembro de la UNEAC

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