El Derecho de Permanecer (+Fotos)

Se llamó “El derecho de cometer” la crónica que García Márquez publicó en El Heraldo, de Barranquilla, el 15 de abril de 1951, cuando la célebre radionovela de Félix B. Caignet se transmitió en Colombia. Dice que mientras se oía la novela las madres del país se dividieron en dos bandos, las que tenían y las que no tenían radio; pero todas oían y todas estaban de acuerdo en que don Rafael del Junco debía ser llevado ante un pelotón de fusilamiento por mandar que separaran a su hija y al hijo de aquella.

Félix Benjamín Caignet Salomón: “Yo nunca quise escribir EL QUIJOTE, sino esparcir la bondad y los sentimientos”.


Y de Albertico Limonta todas consideraban que era un ángel, de bueno que era. El único problema que tenía es su origen oscuro (era hijo de una mala pisada), y, para peor, que el asuntico era de dominio público.

“Corría el año 1905. En medio de la quietud de la ciudad de Santiago de Cuba, recostada muellemene junto a la falda de sus montañas verdes y de su bahía maravillosa, con romántica tersura de lago, un drama de almas se desarrollaba en la intimidad secreta de una distinguida familia. (…) 

(…) el aspecto aristocrático de una dama y un caballero, al parecer los señores de la casa, que aquella mañana hablaban en voz baja, sentados en amplios balances de Viena, en el portalón contiguo al patio amplio, de ladrillos rojos, sombreados bellamente por una inmensa enramada de parra. La cabellera gris de la dama, contrastada con la albura de coco de su larga bata de baatista, con chorrera de encajes. Gris y elegante era también la barba redonda del caballero, sobre cuya nariz aguileña cabalgaban unas gafas, a través de las cuales centelleaban unos ojos azules, con destellos de furor, energía y orgullo”.

Fue el periodista y narrador holguinero Rubén Rodríguez quien me mostró el tesoro de sus tías, “las Cachitas de Garabulla” como él mismo las nombró cuando las hizo personajes de sus novelas para niños. Es el “Album de Oro de El derecho de nacer”, un folleto donde se reseña la historia y sus protagonistas: anunciantes, personal técnico y, por supuesto, el rutilante elenco.


Félix B. Caignet (escritor), Emilio Medrano (director) y Luis López Puente (narrador).


“…una muchacha de peregrina belleza morena, grácil como una espiga de flor de caña; ritmica cual una rama de bambú. Triste como una lágrima. No representaba más de dieciocho años… Y que bonita!!! a pesar de la palidez que invadía su rostro y de la melancolía que irradiaba su mirada, se destacaban sus ojos grandes y verdes; con ese verdor luptuoso que engendran las aguas cuando se besan el sol y el mar. La cabellera larga y negra caía sobre sus espaldas, tejida en dos trenzas. (…)

Los brazos de María Elena se habían enlazado amorosa y desesperadamente al cuello desnudo y adornado de collares multicolores de una mujer negra, que llevaba en el ébano de su piel jeroglifico de arrugas, tallados por el cincel de los años. 

“La linda muchacha ahogaba su llanto en el regazo amoroso de aquella negra noble y buena, que asomaba su ternura, hecha palabra, a los labios gruesos, y convertida en cariciam a sus manos toscas. (…)

“La buena y generosa negra había quedado de pie, en la puerta de su humilde cuarto, inmóvil como estatua grotesca esculpida en ébano vivo. Sus pequeños ojos, hundidos en el laberinto de arrugas de su rostro curtido, estaban fijos en la silueta grácil de María Elena, siguiendola como lebreles, mientras se alejaba del traspatio. Y al desaparecer de su vista, perdida en el laberinto de gajos de las trepadoras, María Dolores se introdujo nuevamente en la habitación, para dar rienda suelta a su angustia íntima, al caer de rodillas ante una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre que colgaba de una pared”.


Los protagonistas fueron interpretados por la pareja de estrellas de CMQ, Carlos Badías y María Valero.


A la repentina muerte de la Valero, la sustituyó Minín Bujones.


Mamá Dolores la interpretó Lupe Suárez.


La seducida, abandonada y sufrida madre de Albertico Limonta, María Elena del Junco, la interpretó Martha Casañas.


José Goula dio vida al cruel don Rafael del Junco, el orgulloso abuelo que mandó a que mataran al nieto, fruto del mal paso de su hija María Elena.


Pilar Mata es doña Crecencia, esposa de Rafael del Junco y abuela de Albertico Limonta.


Otro problema, para otros, dice García Márquez en El Imparcial de Barranquilla, era el tremendo éxito de Albertico Limonta. Un amigo suyo, sigue el cronista, médico como Albertico Limonta, le confesó que su madre no confiaba en sus éxitos profesionales porque Albertico Limonta tuvo automóvil a los dos años de graduado, mientras que él (el amigo de García Márquez), a pesar de que ya llevaba cinco años de graduado, ni tenía automóvil ni había podido hacer dinero… lo único que tenía ese amigo de García Márquez era deudas. Y para colmo tuvo que romper con su novia al comprobar que la muchacha prefería a Albertico antes que a él.

Pero no es solo la novia de su amigo, sino todas las muchachas de Bogotá, de Colombia entera y de todas partes donde se había oído la novela, estaban dispuestas a casarse con Albertico Limonta, asegura El Gabo.


También integraron el cuadro dramático, los conocidos Enrique Santiesteban e Idalberto Delgado (en los personajes de los caballeros criollos protectores de Albertico Limonta), Carlos Paulín (como el vil seductor de María Elena) y Orlando Rodríguez (hijo del personaje de Paulín y también un seductor inescrupuloso).


Piry Pérez y Nidia SarIol (desempeñaron los roles de Ricardo y Matildita, los padres de Isabel Cristina).


Nenita Viera es otra de las “malas” de la obra, interpretando a Rosario.


Actuaron, además, Asunción del Peso y Ángel Espasande (los padres de Amelita, el primer amor de Limonta), y Margarita Prieto y Xiomara Fernández (como Amelita Montero y Graciela del Busto, respectivamente). La Fernández, asimismo, interpretaba la canción tema de la radionovela, el bolero “En silencio”, de la autoría de Caignet.


Desde su primera emisión “El derecho de nacer” rompió todos los records de audiencia conocidos y Caignet sigue siendo, así sea de oídas, el escritor cubano más popular en el extranjero, ello pese a que ayer ¿y hoy? ha sido negado por las élites culturales, pero “eso es por envidia”, dijo él mismo en una entrevista que le hicieron cuando estaba en la cima de la gloria.

Ser el escritor cubano más escuchado y el que más cobraba no lo logró otro, sino don Félix Benjamín Caignet Salomón, y por eso la envidia que le tenían, dijo él y dijo que eso de envidiar, es admirar con rabia. “Mi obra está ahí, aunque la critiquen. Yo nunca quise escribir EL QUIJOTE, sino esparcir la bondad y los sentimientos. Contra la labor cumplida no se puede hacer nada malo porque está ahí, y mi obra está ahí…”

Al final de la entrevista, dijo Caignet: “Llegará un día, yo lo sé, un día en que los cubanos sentirán alegría de que yo haya nacido en Cuba…” ¿Será ya?


Otros actores fueron Emilio del Mármol (Ramón, fiel criado de Alfredo), Alejandro Lugo (el mulato Anselmo), María Brenes (la condesa del Monte), Mercy Lara (la mulatica Engracia), Pedro Segarra (el padre de Graciela), Miguel Ángel Herrera (Octavio, chofer de don Rafael) Magali Boix y Lilia Lazo.


El álbum también incluye al productor Jorge Vaillant, perteneciente al departamento de radio de la agencia de publicidad Mestre y Co., al locutor oficial del programa Fernando Núñez de Villavicencio y a los técnicos Delfín Fernández y Carlos Sosa.


Y también a tres ejecutivos: Omar Vaillant, administrador del Departamento de programas del circuito CMQ, a quien se debió la entrada de Caignet al staff de autores de la emisora; Manolo Cores, supervisor de trasmisiones, y Glauco Vaillant, jefe de ventas y propaganda del patrocinador, la Beslov Products S.A.


¿Cuánto ganó Caignet por EL DERECHO DE NACER?

Las estadísticas no son completas, porque EL DERECHO DE NACER se emitió en muchos países como radio novela, como telenovela y como película cinematográfica. Esto que está escrito a continuación es lo que sabemos.

En 1951 Caignet había ganado: 150 mil pesos cubanos, que entonces era lo mismo que decir: 150 mil dólares…

Y dos años después, la suma aumentó a 300 mil dólares…

Con ese dineral, Caignet logró comprar una productora de cine en México y dos mansiones regias en el barrio habanero de El Vedado. Seis meses después se compró una tercera, que era una fastuosa residencia que estaba en la playa Santa María del Mar… de esa decía Caignet, que no se la había construido un arquitecto, sino un sastre, porque estaba hecha a su medida.


Félix Benjamín Caignet Salomón, “el más humano de los autores” (aunque no fue el único que tuvimos, es a él, a él solito al que recordamos. Y aunque EL DERECHO DE NACER no fue la única radionovela, olvidamos todas las otras, incluso, la que salió la semana pasada, y la recordamos a ella, a ella solita)


Por esa manía de Caignet de permanecer en la memoria de la gente es por lo que ocurrió lo que narramos seguidamente.

Ya habían transcurrido más de 25 años de la transmisión en Colombia de EL DERECHO DE NACER. Era 1974. Entonces hacía muchos años que Caignet no escribía ni una letra y hacía muchos años que ningún periódico o revista cubano no decía ni una palabra de Caignet… Ni siquiera la radio decía nada, y eso sí que era un síntoma de desagradecimiento…

Entonces llegó a La Habana un corresponsal errante de Prensa Latina, que comenzaba a ser medianamente famoso, sobre todo porque acaba de publicar una novela que es tan famosa como EL DERECHO DE NACER, pero por otros motivos…

Sin más rodeo. El corresponsal de Prensa Latina era Gabriel García Márquez y la novela suya que empezaba a ser famosa se llamaba, (se llama) CIEN AÑOS DE SOLEDAD.

García Márquez en La Habana quiso conocer al único autor cubano del que tenía noticias: Félix B. Caignet. Lo llamó por teléfono. Le pidió una entrevista, y Caignet le dijo que no, porque tenía amigdalitis…

Una semana después, García Márquez lo volvió a llamar y le pidió lo mismo y Caignet dijo que no porque tenía una novedad familiar muy grave, su gato don Rafael del Junco había salido de la casa detrás de una gata barcina, y hacia 72 horas que no regresaba.

Caignet nunca le dio una entrevista a García Márquez…

Pero no se la dio porque tuviera algo en contra del autor de CIEN AÑOS DE SOLEDAD. No se la dio porque en esos días Caignet no estaba de vena…

De todas formas, García Márquez escribió contando que Caignet no le dio la entrevista. Y dice, “yo (Gabriel García Márquez), más que preguntas lo que quería decirle es que lo admiro y que tengo mucha gratitud por él. Pero el Caignet de siempre no dejó que le viera la cara. Y eso es lo mejor que hizo, porque la gente de la radio no tiene cara y cada oyente se imagina la que prefiere darle…

“Yo, (Gabriel García Márquez), lo único que quería es que Félix B. Caignet me declarara a mí lo que le declaró a un periodista, hace unos años, que la gente siempre quiere llorar, y que lo único que él ha hecho en su vida es darle a la gente el pretexto de hacerlo”.

(También la Revista Bohemia publicó un fotoreportaje extenso con imágenes hechas en el momento en que se transmitía la primera emisión de la radionovela, que podemos compartir si los lectores lo desean y nos lo dicen)

Autor

  • César Hidalgo Torres

    César Hidalgo Torres (Holguin, 1965) Graduado de la Facultad de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes, profesor de Guión e Historia de los Medios de Comunicación en esa misma casa de estudios. Por más de 30 años ha trabajado en la radio. Multipremiado en Festivales y otros concursos. Miembro de la UNEAC

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