Dora Alonso: Escritora Plena

Ella se perdía en ti y provocaba resortes insospechables, mecanismo de sinceridad que entrelazan a las personas en la quietud de una amistad sin sobresaltos pero profunda, marcada por la sinceridad y la literatura.

La vez final del encuentro nos agarró una mañana de otoño en su biblioteca desgranando, con suavidad, el recuerdo de su vida, sus experiencias, sus libros, su forma de ser pausada y con una voz que no dejaba dudas en los pasajes humanos que me contaba. Era lunes.

Antes de entrar en materia tomamos té, conversamos sobre la Radio y me leyó su poema Sabe el venado. Las horas que duró la conversación me mostraron a una escritora lúcida y sensible a quien  los ochenta y siete años rejuvenecidos, por fuera y por dentro, sostenían  el encanto de su mirada.

 Ahora, con la magia de las cosas que no se explican, vuelven a mi memoria  aquellas declaraciones suyas en nuestra entrevista sobre un acontecimiento histórico que marcó para siempre a todos los cubanos y a ella en especial como corresponsal de guerra: Playa Girón, pero, y es la complacencia del alma, acudieron al espacio que nos reunía también personajes de su literatura, la emoción de los  premios recibidos, de sus angustias existenciales, de la emoción de vivir para escribir. No dejó de acudir a la cita recuerdos de su infancia, maldades de niña inquieta, refugios, alegrías y silencio que marcaron sus días hacia la plenitud de su obra literaria.

En su sólida obra como escritora su paso por la radio cubana dejó huellas en la historia de este medio.

Dora ¿por qué la Radio en su vida?.

– La Radio en mi vida fue en principio una necesidad económica. Como a mí me había criado una negra que había sido esclava, decidí presentarme a la Radio, después de estudiar unos libretos que me facilitó un actor llamado Enrique Medina, con un cuento que titulé Humildad  que trataba de  la época esclavista. Yo quería con él significar una guía en mi vida: la lucha contra el racismo. Me contrataron en la Cadena Azul.

Tras el necesario té en un día fresco también me habló de las cosas que le fascinaban en la vida…la lluvia, el mar, los caballos, el canto de los gallos que era para ella una nostalgia deliciosa, un reposo, un deleite de su origen campesino. Ese lamento que hace llegar el gallo de madrugada, que parece despertar la noche o dormirla, para mí es un sedante, una rememoración de toda mi vida, es un alivio- insistió en dejar grabada esa sensación. Y de inmediato, como  una luz repentina en medio de las palabras, me dijo: Lo que me ha iluminado hasta el presente son los recuerdos de mi madre y su respeto por Martí.

-¿Qué fue lo primero que usted publicó?

Fueron artículos de barricada sin saberlos escribir. Los hacía para Joven Cuba y para Prensa Libre, que era un periodiquito del Municipio de Cárdenas, en la provincia cubana de Matanzas. Ese fue mi inicio por la libre. Le estoy hablando de los años 1933-34.

-¿En qué momento de su vida sintió la necesidad de comunicarse literariamente?.

Desde los 8 años. A esa edad gané un premio, digamos literario entre comillas que se instituyó en mi provincia. Yo estaba en cuarto grado y escribí una composición que tenía como tema un viaje que hice con un grupo de amigas en un tren. Fue una composición de dos cuartillas y para mi sorpresa y alegría me llevé el premio del municipio. Es decir, empecé y no he parado.

-¿Cuándo aparece su primer libro?

Fue en 1961, publicado por Casa de las Américas. En la Cuba de ayer el escritor que no tuviera medios para resolver su propio problema, no había modo de que pudiera publicar un libro. Al triunfo de la Revolución y con motivo de convocarse el segundo Premio Casa envié la catarsis definitiva de mi vida campesina en una novela que titulé Tierra Inerme y ganó.

– Cuento, poesía, periodismo, literatura para niños ¿dónde se siente más segura?.

– Donde la temática me toque más.

-Califícame su vida en breves palabras.

Trabajo y principios éticos.

-¿Qué errores no cometería de volver a nacer?.

Si es el mismo momento y en la misma situación los volvería a cometer.

-¿Cuál es su filosofía de vivir?.

La bondad, la comprensión, la belleza, la lealtad. Son cuatro fundamentos.

Y en el camino largo y bello de su creación literaria volvemos a la Radio, en medio de un segundo té y galleticas angelicales, tras horas de conversación.

De mis novelas radiales, que fueron 14- me confesó- mi personaje preferido fue Tata Fundora, en él reuní valores morales de varios familiares míos. Ese personaje pertenece a la novela Entre monte y cielo que escribí en 1946 y es mi novela más radiada en Cuba y también se ha transmitido en varios países de América Latina. En cuanto a la literatura propiamente hecha no tiene gracia decirte que tengo que remitirme a Agua pasada  porque es la niña que soy yo. Pero en fin, cada persona de mi obra tiene su propio valor.

-¿Escribe a mano?.

-No, pero la poesía sí, si la intento escribir a máquina se me traba la musa.

-¿Existe la inspiración?.

Sin dudas.

-¿Tiene manías  a la hora de sentarse a escribir?.

– No he tenido tiempo de recrearme en esa semi-brujería. Por eso tal vez no soy famosa porque escribí sin saber escribir. Fíjese esta es mi idea de la gloria: Hay escritores que me gustan y otros no, pero cuando se habla de la gloria literaria pienso en algo tan lejano a nuestros gusto como Esopo, y me pregunto: ¿Cuántos siglos han pasado?. ¿Puedo mi obra resistir la sombra de Esopo?. Entonces, si hay libros de cinco mil años que perduran. ¿Qué será de mis pobrecitos  libros? Por eso estoy alegre de que ahora mientras esté viva los disfruten los míos, la gente que quiero, que lleguen mis libros a los niños y ellos me busquen, hasta ahí está la gloria. Dentro de 25 años la obra de Dora Alonso saldrá en dos líneas: Dora Alonso escritora, 1910 a 19…., preferentemente manejó el tema popular y ya. Todo mi trabajo en unas líneas. ¿Vale la pena entonces creer en la gloria?.                                        

Entonces para usted ¿qué es la fama?.

-No sé, pero yo no la siento…y recuerdo que yo me podía sentar a esperar una guagua en un parque junto  a un pobre negro viejo que en la escala social era lo último y conversar con él, de tú por tú, amistosamente, tratando de comprenderlo o de ayudarlo y no me sentía ni mejor ni peor, ni por arriba ni por abajo, no podía entenderme en el hecho literario, pero en el hecho humano sí. Si lo mío es fama, no es tan difícil de lograr- concluía Dora Alonso.

Hace unos años me  despedí físicamente de ella y la sigo recordando cada vez que escucho su voz en  los casetes de aquella entrevista, en la memoria que cuenta, y me digo….ella es el recuerdo de una escritora plena.

Por eso la releo con el gusto cercano de un otoño que no cesa.

Ella no va a regresar porque los amigos no tienen despedida. Están y es lo importante.

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