En su pueblo natal Los Palos, en el municipio mayabequense de Nueva Paz, decidió estudiar periodismo sin saber claramente qué era la carrera. “Fue una decisión que no tenía clara, aunque desde muy joven, sentía la necesidad de la comunicación. Es decir ese privilegio que supone también una gran responsabilidad al publicar tus ideas. Esa licencia para indagar, provocar. Esa búsqueda en oquedades y trasfondos, para al final echar luz sobre las cosas. Es apasionado y eso quería hacer”.
Hoy la casa de Molina en Güines, municipio de la misma provincia cubana, lo devela como un lector ya maduro por los títulos que lo custodian. “Con el tiempo he ido decantando mis lecturas hasta quedarme con un reducido grupo de escritores que me siguen acompañando, y leo y releo. Tengo mis manías, quizás todos las tengan, pero me he dado cuenta que en esta etapa de mi vida no puedo, como hacía antes, auto-imponerme textos. Soy más selectivo. Aunque sigo atado a la poesía y narrativa de autores como Jorge Luis Borges, Eliseo Diego, Kavafis, Hernández Novás…”.
Al graduarse en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana nunca pensó perdurar en el medio radial porque no estaba entre sus preferidos. Sin embargo, decenas de premios han reconocido su obra periodística en Radio Güines, actual Radio Mayabeque. “Me sedujo poco a poco y amoldé mis intereses a la radio. Creo que nos acomodamos ambos: el medio y yo. Hemos transitado juntos veinticuatro años, sin que me haya cansado de encontrarle encantos”.
En dos oportunidades recibió el Premio anual de periodismo “Juan Gualberto Gómez”, máximo reconocimiento que otorga la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) por el trabajo profesional durante un año. También en este mismo concurso fue mención por otras tres ocasiones.
Ha recibido, además, cuatro Premios Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). En dos ocasiones, el máximo galardón del Concurso Nacional de Periodismo Cultural. En el 2007, el premio de la CBU (Caribbean Broadcasting Union). Asimismo, obtuvo dos veces el Premio Nacional de Periodismo Económico y ha recibido lauros, además, en los concursos 26 de Julio de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en los Primeros de Mayo, así como en los Festivales Nacionales de la Radio Cubana, entre otros.
Y es que Molina sabe conjugar periodismo, locución y realización en un mismo discurso sonoro. Considera que el profesional de la prensa que trabaja en la radio necesita conocer al medio en su conjunto. “No puede ignorar las técnicas de la locución porque debe usar su voz y hacerlo adecuadamente. Un buen texto se puede echar por tierra si no se lee con la entonación y la interpretación que merece. Es un trabajo integral en el cual intervienen muchos elementos que deben dominarse y practicarse.
“En ocasiones he escuchado excelentes textos mal leídos o reportes intrascendentes dichos con perfecta dicción y entonación. Ambos extremos son perjudiciales y la radio exige ese enfoque integral en la labor del periodista. Sin poses rimbombantes, edulcoraciones, engolamientos. Sino de manera natural y convincente. El público descubre enseguida lo falso, lo trivial y por eso es necesario el rigor en lo que hacemos”.
Al terminar un trabajo, a Molina le place que lo disfrute tanto un oyente inexperto como un especialista. Escucha atento las reacciones de todos, “porque nadie es infalible”. Cuando el locutor termina de leer el guión y lo elogia sabe que “una parte de la pelea está ganada”. Si le hace señalamientos lo escucha con interés y los valora. Pero lo importante, según destaca, es que todos aporten sus ideas. Molina opina que en la radio se trabaja en equipo pero el que dirige debe estar muy claro que sobre el periodista pesa el resultado final. Él es quien concibe la idea y estimula un clima creativo en el colectivo.
“Son muchos los elementos que garantizan la efectividad de una realización radial. La selección del tema, su enfoque atractivo y enjundioso, la calidad de las grabaciones, la correcta estructuración del reporte, el montaje sonoro, la concisión, en fin, detalles que influyen de manera orgánica en que el trabajo salga bien o mal.
“Creo que lo importante es plantearse cada vez cómo hacerlo para que impacte e interese. Cuando se pierde esa perspectiva estamos “fritos”, como decimos los cubanos. Algunas personas trabajan para cumplir obligaciones diarias, planes, llenar espacios como revistas, boletines, noticieros, y lo que hacen es un “corta y clava”, porque olvidan al oyente. Yo siempre me pregunto ¿esto gustará? Si no me convence la respuesta, lo desecho”.
La mayor parte de su experiencia profesional la ha adquirido en Radio Güines, emisora que, según señaló, nunca debieron cambiarle el nombre (Radio Mayabeque) “porque tenía una identidad y un prestigio ganado en todo el país”. Molina dice que en ella aún aprende como periodista, director y realizador, “porque esta profesión es como el cuento que nunca termina. Siempre hay un nuevo sendero.
“Los años de ejercicio periodístico me han permitido conocer a grandes de la cultura cubana, entre ellos, Elena Burke, Frank Emilio Flyn, Rubén González, Abelardo Estorino, Luis Carbonell, Fernando Pérez, entre otros. También a figuras de renombre político, pero una parte sustancial de mi trabajo la consagro a personas de pueblo, seres de increíble magia que, aunque no salen con frecuencia en la prensa, en su hacer anónimo, como dijo en uno de sus versos, Borges, están salvando al mundo”.
Carlos Luis Molina Labrador es uno de esos caballeros del periodismo cubano radial que le pone los pelos de punta al oyente menos sensible o concentrado. Es de estatura media, blanco y de escaso cabello. Usa espejuelos pequeños cuando redacta y lee, y siempre, siempre lleva en su derecha la mano del amigo.